Por: Yamil Santoro
Todos somos un poco progres. El gran desafío está en ir identificando uno a uno los elementos que te pueden caracterizar como progre para que puedas decidir si te quedás o corrés para el lado contrario. Te dejo una guía práctica para que descubras cuan progre berreta sos.
- Parecer bolche antes de serlo: ser progre es estética antes que ética. Al final del día no importa tanto si las cosas que uno defiende efectivamente ayudan a quien uno cree que ayudan. No hay tiempo para analizar en profundidad lo que uno repite, no hay que olvidar que ser progre es una tarea de medio tiempo, un hobby.
- ¿Para qué argumentar si tengo frases hechas?: no hace falta tener razón cuando se puede recurrir a sofismas del tipo “nunca hubo más pobres que en el capitalismo contemporáneo” (obviando TODO el resto de la historia de la humanidad) culpando al “neoliberalismo”, aunque probablemente no tenga ni la más remota idea de lo que implica tal neologismo. La clave está en aprenderse algunas frases de cabecera y repetirlas de manera convincente.
- Confundir consumo con progreso: el progre es un bacán. Su problema radica en que otros no puedan gozar de las cosas que él goza o se cree en condiciones de gozar por lo que estima que hay algo injusto en el mundo. Para el progre la máxima está dada por la redistribución que permite el consumo sin importar el desarrollo sustentable. Normalmente le esquiva al tema acerca de cómo se crea la riqueza, entonces cree que todo es un problema de “redistribución”. Redistribuir a cualquier costo es negocio siempre para el progre.
- Ahí hay un pobre, ¡abrazalo para la foto! (y volvelo a guardar en su lugar): la flexibilización laboral es mala porque pone sobre la mesa que existen salarios que nos parecen bajos y permite que estos contratos se incorporen al sistema. Esconder a los salarios malos genera irregularidad laboral (riesgo para el empresario), permite la creación de menos puestos de trabajo (aumento del desempleo estructural) y limita la creación de nuevas empresas (disminuye movilidad social). Pero como estamos en contra de que existan salarios bajos los escondemos mediante estadísticas falseadas. Sabemos que es mentira, pero como no salen en la foto nos facilita el proceso de creer que estamos haciendo una revolución.
- Subir los salarios (para la foto): apliquemos la vieja receta keynesiana de subir nominalmente los salarios, las jubilaciones y los planes pero luego recurramos al impuesto inflacionario para volverlos a un nivel similar al anterior. El crecimiento con números de dos cifras suena mejor. Así que no tengan miedo en darle a fondo a la máquina de imprimir billetes para que la expansión monetaria nos permita hablar de números más espectaculares.
- Puto el que progresa: el progre desconfía de todo aquel al que le va bien. El progre es también antiempresa. No sabe bien cómo debería funcionar la economía sin empresas, pero sabe que las empresas son malas y los empresarios son turros. No le interesan las cuestiones de fondo que llevan a que no tengamos un reciclaje empresario. Para el progre la forma de controlar a los “ricos y a los empresarios malos” es el Estado (que está integrado por ricos y empresarios malos). Pero si al progre le cambiás el envase le vendés cualquier cosa.
- ¡El futuro no importa!: no importa si después hay que ajustar, si surgen saqueos, si hay inflación, si se devalúa. No importa nada de eso, porque en la foto de ayer estábamos todos sonriendo. El calendario del progre llega hasta dentro de un ratito. Eso sí, le encanta hablar de planes de largo plazo como los quinquenales aunque no tenga idea de cómo ejecutarlos efectivamente.
- ¡Maten al mensajero!: el progre es un eterno adolescente. Odia a quien lo reta o le dice que tal o cual camino ofrece necesariamente tal o cual efecto. El progre necesita mantener su ilusión y procurará atacar a quien lo cuestiona antes que revisar sus premisas. El motor del progre es el buenismo. Todo aquel que cuestiona los efectos de lo que el progre propone se convierte, por ende, en algo no-bueno (o sea malo). Él está convencido de que representa a los buenos.
- Otra forma de ser flogger: como dije antes, ser progre es una estética. Es una forma de justificarse ante el resto de la sociedad y de vincularse con los problemas que nos aquejan como humanidad y país. Es la forma irresponsable de dar respuesta a las cosas buscando soluciones cortoplacistas y explicaciones light. El progre es un sujeto de nuestro tiempo en el que todo se vive de forma más light. El progre tiene un interés político diet.
- Todos los derechos humanos son buenos, algunos son mejores que otros: el progre cree que las cosas funcionan porque él las imagina. Es un romántico de las ideas. No le tiembla el pulso en atropellar los derechos de otros con tal de construir su “sociedad ideal”. Por más que los intentos progres han fracasado a lo largo de la historia desembocando en dictaduras, genocidios, hambrunas y otras miserias humanas el progre sigue intentando, desde el sillón de su living, lograr la revolución intergaláctica.
No se confundan, lejos estoy de cuestionar las ideas progresistas y la búsqueda de mayor bienestar para todos los que integramos la sociedad. Me preocupan las injusticias que vemos a diario, pero creo que el progre lejos de ser parte de la solución es parte del problema. Es el idiota útil funcional a la demagogia que te entrega al esclavista de turno con una sonrisa y un moño.