Por: Yamil Santoro
Me quiero referir al bochornoso incidente con el fiscal Campagnoli que fue suspendido por la kirchnerista Gils Carbó por investigar al socio del régimen Lázaro Báez. Realmente no veo que tenga sentido tomarme el trabajo de ejercer el derecho como tenía pensado, esto es, combatiendo a quienes realicen actos de corrupción o cometan abusos desde el Estado, si quienes se encuentran encumbrados en la cima del Poder Ejecutivo tienen la posibilidad de expulsar a un fiscal o de sancionar una ley que consagra la irresponsabilidad de los funcionarios y garantiza su obrar ineficiente. Antes de poder aspirar a una Justicia que limite el obrar del Poder Ejecutivo debemos recomponer el sistema legislativo.
En todos estos años logré entender que el derecho es la resultante de múltiples vectores de fuerza y que el texto legal es sólo uno de los componentes. De alguna manera sirve de escenario para que los actores hagan sus movimientos teniendo cuidado de no romper el decorado dejando en evidencia todos los hilos y máquinas que operan detrás del telón. El derecho es, esencialmente, un juego de simulación. El derecho se ha debilitado por sobreabundancia de leyes, restricciones absurdas al ciudadano para defenderse del Gobierno y, en este último tiempo, por medidas desprolijas para garantizar la impunidad.
Cuando digo que el kirchnerismo ha destruido el “estado de derecho”, el Rule of Law, no tiene que ver con una idea romántica de respetar las leyes conforme a una interpretación determinada o que se pueda ajustar a la idea particular que cada uno de nosotros pueda tener de la Justicia. El kirchnerismo ha roto una vez más el telón. ¿Quién querría participar en estas condiciones?
Es como que te metan un gol con la mano a la vista de todos. Te tenés que ir de la cancha. Ya no importa qué equipo iba ganando. Se rompió la ilusión inherente al juego que permite la coordinación entre las personas. Cuando pasa esto terminamos cayendo en un genuino “viva la Pepa” o un “sálvese quien pueda”. Hablamos de los saqueos porque desnudan con más vulgaridad la ausencia del derecho pero no debemos olvidar a los ladrones de guante blanco.
Hay que volver a instaurar esa ficción hermosa que es el derecho que le da a los ciudadanos la tranquilidad de saber que si se comete una injusticia alguien va a pagar y que ese alguien no es el que la sufre y la denuncia o el que pretende combatirla. El último gran saqueo acaba de realizarse desde el Sillón de Rivadavia y en vez de robarle a un hermano chino nos robaron a todos por igual. Democratizaron la justicia. Su justicia. Nos la (im)pusieron a todos. Tampoco debe sorprendernos que nos la (im)pongan rajando a Marijuan.
Venimos soportando 10 años de barbaridades y de cosas indignantes. Pero rajar a un fiscal porque está investigando es el colmo de la corrupción bananera. Estimada Cristina le regalo mi título de abogado. Usted lo necesita más que yo. Así al menos cuando la investiguen a usted zafa de al menos una de las causas sin necesidad de coima o apriete.
SERÁ JUSTICIA, algún día.