El cepo vive, la lucha sigue

Yamil Santoro

El que apuesta al dólar pierde” fue una frase pronunciada en 1981 por Lorenzo Sigaut, tras la cual todos aquellos que tuvieron dólares ganaron a costa de los infelices tenedores de moneda nacional. Hace algunos meses Cristina Fernández de Kirchner se reía de aquellos que sugerían comprar dólares a $4,80 previendo que la tremenda inflación generada por el kirchnerismo a raíz del abuso de la emisión monetaria generaría una rápida depreciación de la moneda argentina. Ella sostuvo que quienes ahorraran en dólares iban a perder. La historia, como ella mismo sostuvo, tiende a repetirse.

Yendo a temas más actuales: ¿le creíste al kirchnerismo con el tema del cepo y te volvieron a estafar? Si la respuesta es “sí”, a esta altura no puedo decir más que decirte “Y… ya tendrías que saber dónde estás parado y con quiénes estás tratando”; si no te engrupieron te ganaste una carita feliz.

El viernes pasado el pirómano (flamante le queda corto) ministro de Economía Axel Kicillof sostuvo que el cepo iba a bajar del 35% al 20% “para turismo y para compras en el extranjero”. Tardó dos días en echarse atrás. Lo cierto es que dicha medida fue anunciada para contrarrestar mediáticamente la brutal devaluación que llevó a cabo el kirchnerismo durante la semana pasada. Ahora dieron marcha atrás con la modificación a la percepción diciendo que la modificación sólo alcanzaría a aquellos que compren dólares para atesorar convirtiéndose así la medida en una genuina canallada.

Quienes habían planificado sus vacaciones en el exterior compraron, en su mayoría, los pasajes previendo un dólar cercano a $6 y un recargo de un 20%. Durante el transcurso de las vacaciones procedieron a aumentar el recargo y a devaluar de forma tal que sus vacaciones se encarecieron entre un 40% y un 60% aproximadamente en menos de un mes y en muchos casos con los consumos ya realizados. Sin embargo, quisiera dejar de lado las consideraciones concernientes a la perversidad de la devaluación en curso y quisiera enfocarme en la ilegitimidad del método elegido para llevar a cabo el “cepo cambiario”.

El cepo se instrumenta a partir de un cálculo que hasta los mismos agentes de la AFIP dicen desconocer que asigna “mágicamente” permisos de compra a partir de una supuesta capacidad contributiva y de ahorro. Aludo a la magia porque resulta quizás la forma más elocuente de describir al proceso que se lleva a cabo a espaldas de los ciudadanos violando derechos fundamentales de los ciudadanos concernientes al acceso a la información pública, la protección de datos personales y la posibilidad de verificar la racionalidad de una medida. En síntesis, el cepo está cubierto por una cortina de humo.

Recordemos que en mayo del 2013 el titular de la Dirección General Impositiva, Angel Toninelli comentó que el cálculo para autorizar la compra de dólares “ no es la fórmula de la Coca Cola, pero se parece bastante”. Y fue más allá: “Es una formula que se cambia periódicamente, tiene ingredientes que los pone el Banco Central y la AFIP, y otros que los pone Dios. La verdad, no lo puedo explicar porque no conozco exactamente cómo va operando”.

La mayoría de los argentinos nos sometemos a las arbitrariedades de este grupo de improvisados y mentirosos. Sin embargo, conozco al menos un caso de resistencia que merece destacarse. El 1° de febrero de 2012 el equipo de Bloque Constitucional liderado por Daniel Rybnik presentó una serie de Habeas Data solicitándole a la AFIP que revelara el método a partir del cual otorgaba los permisos y qué datos personales empleaba. El reclamo llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa caratulada “Jorajuría de León, Camilo c/ EN-AFIP-Resol 3210/11 (COC) s/Habeas data” (Expediente Nro. 264/2012) y luego de que ésta se desembarazó del tema aduciendo cuestiones procesales la causa fue recurrida ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

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