Por: Yamil Santoro
Las nuevas tecnologías traen nuevas preguntas acerca de cuál es la forma correcta o justa de emplearlas. A partir de estos avances aparece la oportunidad de preguntarnos acerca del mundo en el que queremos, y podemos, vivir.
Una de las nuevas profesiones que ha florecido durante los últimos años es el de Community Manager o CM. Esta persona es la encargada de administrar los perfiles en Twitter, Facebook y otras redes sociales de personas o instituciones. La brecha generacional entre muchos tomadores de decisiones y estas nuevas tecnologías ha hecho que algunos “nativos digitales” aprovechen la inexperiencia ajena para montar negocios en los que aún resta definir buenas prácticas o límites éticos, al menos creo que en torno a la política quedan algunas preguntas por contestar.
No pretendo establecer reglas, creo que son cuestiones que merecen un debate amplio y me limito a contribuir en la discusión y provocar algunas reflexiones:
1) ¿Corresponde que un CM administre cuentas personales de funcionarios públicos? ¿Acaso no internalizan los beneficios del trabajo de un empleado público implicando una suerte de privatización del esfuerzo de un empleado público?
2) ¿Cómo se mide el trabajo de un CM? ¿Qué métricas resultan relevantes para que los ciudadanos puedan evaluar si su dinero se está gastando de manera responsable?
3) ¿Cómo se justifica el sueldo de un CM? ¿Qué criterios se usan para definir cuándo resulta necesario contratar uno y cómo se mide si la inversión es justificada? La mayoría de las cuentas institucionales poseen pocas publicaciones diarias y pocas interacciones.
Si bien se interrelacionan, estas preguntas sirven para disparar el debate. ¿Ustedes qué opinan?