Por: Carlos Mira
Parece mentira pero, de repente, en la Argentina se pasó a discutir la posibilidad de que uno de los más encumbrados personajes del gobierno haya mandado a matar a tres personas. No sé si tomamos verdadera dimensión del hecho (porque la tendencia a naturalizar realidades horribles se ha hecho algo común en la Argentina) pero estamos hablando de la planificación y ejecución de un triple asesinato.
Hay dos testimonios que coinciden en que alguien apodado “la morsa” fue quien dio la orden de las ejecuciones y, a su vez, hay otros indicios que coinciden en señalar que “la morsa” es Aníbal Fernández.
El jefe de gabinete, actual precandidato a gobernador por Buenos Aires, ex senador por el oficialismo y ex ministro de justicia y seguridad, dijo que todo es una maniobra de sus adversarios en las elecciones, es decir el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez. La presidente mandó secretamente a callar a Fernández para que no siguiera con esas conjeturas públicas, pero el ministro no le hizo caso.
Hace rato que Fernández enfrenta sospechas públicas de estar vinculado a la droga. Lilita Carrió lo señaló hace años. Como respuesta recibió la famosa frase “no tiene los patitos en fila”. Sin embargo parece que “los patitos” estaban bastante alineados y el día de ayer fue vivido como una especie de reivindicación por la que ahora es precandidata a presidente por Cambiemos.
Felipe Solá, en un reciente spot de campaña, también les dijo a los vecinos de la provincia que si querían más droga en Buenos Aires votaran por Fernández. A su vez el propio Papa Francisco dejó entrever su preocupación por el hecho de que Aníbal llegara a ser gobernador e hizo movidas oficiosas para tratar de disuadir esa posibilidad.
Fernández ha estado en la vereda de enfrente del Papa en cuanto al consumo, toda vez que desde su plataforma de campaña alienta la despenalización del consumo de todas las drogas y sostiene que la Argentina es un país de tránsito pero no de fabricación de estupefacientes.
Francisco ha objetado públicamente esa postura. Ha dicho, con todas las letras, que, de seguir el camino en que se encuentra, la Argentina iba rumbo a la “mexicanización”, en un giro idiomático por el que luego tuvo que disculparse ante los mexicanos.
El descubrimiento de varias cocinas de cocaína y la mera existencia del paco en el país desmienten al Jefe de Gabinete. El paco es un residuo marginal que aparece en el proceso de producción de la cocaína y que se comercializa a bajo precio por su alto poder adictivo. Destruye neuronas cerebrales a un ritmo tres y cuatro veces más rápido que la cocaína y convierte a sus consumidores en verdaderos zombies.
Los hechos que suceden en Rosario y en el Gran Buenos Aires dan cuenta de una actividad narco innegable en el país y la propia operatoria por la cual Forza, Ferron y Bina aparecen muertos es otra prueba de que el país entro en un círculo peligroso de coqueteo con el submundo de los estupefacientes.
México había prohibido la importación legal de efedrina para tratar de cercar la producción de droga en su territorio. Como consecuencia de ello, bandas en la Argentina comenzaron a triangular ese precursor a través de importaciones “legales” al país que luego se contrabandeaban a México.
Nuestro país necesita unos 150 kilos de efedrina por año para abastecer la industria farmacéutica local, para la elaboración de medicamentos permitidos. Mientras Aníbal Fernández fue ministro de Justicia y Seguridad (bajo cuya jurisdicción estaban la Aduana y la Policía) entraron al país 40 mil kilos de efedrina.
La versión que involucra a Fernández en los asesinatos dice que él operaba una de esas organizaciones de envío ilegal de efedrina a México y que cuando se enteró de que Forza, Ferrón y Bina estaban tratando de entrar en el mismo negocio para quedárselo, mandó a eliminarlos.
Se trata de un relato escalofriante que necesita ser aclarado de inmediato. ¿Hay chances de que eso ocurra? Ninguna.
¿Es posible que toda esta actividad de un importante ministro del Gabinete fuera ignorada por la Presidente? Es muy posible, sí. En caso de ser cierta esta versión, la Presidente bien puso estar al margen de su conocimiento. Si bien uno de los tres muertos aparece como aportante a su campaña presidencial de 2007 es difícil colegir de ello que la señora de Kirchner estuviera personalmente al tanto de todo.
También es cierto que la particular característica que los Kirchner le han impreso a su forma de gobernar (que todas las cuestiones pasen por sus manos) agrega un elemento de duda. Pero en todo caso ese detalle debería sumar razones para que toda esta negrura se esclarezca lo antes posible.
Aun así, aun aclarándose rápido, no se puede dejar pasar el límite al que ha llegado la Argentina: estamos hablando sobre la posibilidad de que un funcionario del más alto nivel en el gobierno pueda ser el autor intelectual (es decir quien dio la orden) de un crimen mafioso.
En todo caso es otra prueba más de que la cuestión económica, con lo grave que es, aparece como en segundo plano dentro de las tareas que tendrá que encarar el próximo gobierno. Podredumbres mucho más serias requieren su atención urgente, podredumbres que es imperioso limpiar de la cotidianeidad que nos rodea y que, lamentablemente, aceptamos cada día con mayor naturalidad.