Por: Diego Guelar
Hoy se realizan las elecciones generales en Venezuela. Mi homenaje y mi “positiva envidia” frente al pueblo de esa gran Nación que se moviliza por millones para la continuidad y/o el cambio del régimen que los ha venido gobernando durante los últimos 14 años.
Yo no creo en el “Socialismo del Siglo XXI” que pregonara Hugo Chávez; creo que dilapidó cientos de miles de millones de dólares que podrían haber sido utilizados para construir el país más desarrollado de Sudamérica.
Pero tampoco celebro ni reinvindico al acuerdo político de elites vigente entre 1958 y 1998 que condenó a la mayoría de los venezolanos a la marginalidad y la pobreza. Ellos fueron los responsables de la aparición de un líder mesiánico y populista de la talla de Hugo Chávez que supo enamorar a millones de venezolanos y los hizo sentir más dignos e integrados.
Por eso celebro el mensaje superador de Henrique Capriles y su patriótico esfuerzo para lograr la unidad de sus connacionales empezando por quienes hasta hoy se han sentido representados por la propuesta chavista.
Nicolás Maduro, por el contrario, no ha hecho más que destilar odio en una ridícula caricatura de su mentor. Estas elecciones las podrá ganar Chávez como el Cid Campeador atado a su caballo – ya muerto- saliendo de la amurallada Valencia para terror de sus sitiadores moros. Pero será él, el espíritu del “Pajarito Chiquitico” el que eventualmente ganará y, en ese caso, Maduro tendrá los días contados por que serán sus propios secuaces los que le disputarán salvajemente el poder conservado post-morten.
Henrique Capriles será presidente ahora o en el próximo turno. Se lo merece por su voluntad inclaudicable al servicio de Venezuela. Obtendrá “la mitad +uno” o “la mitad –uno” y será posiblemente víctima de un fraude o un semifraude, pero tuvo el coraje de no ampararse en su juventud para “esperar” la caída natural del chavismo y dedicarse a “gestionar” su Estado de Miranda hasta que llegue una oportunidad más propicia.
Aunque nos pese y tengamos que ponernos un poco colorados, en nuestra tierra se hizo doctrina el “hay que desensillar hasta que aclare” y así le dimos cuatro años de sobrevida al kircherismo derrotado en 2009. Por suerte para los venezolanos, Capriles y toda la oposición no hicieron lo mismo.
No es tarea de los jóvenes esperar. Es actuar y jugarse a la cabeza de su pueblo. Valga esta reflexión para los que todavía están dudando qué hacer frente a las elecciones argentinas de octubre del 2013. Por favor, no vuelen bajito.