Por: Diego Guelar
Acaba de otorgarse el XI premio literario Tusquets de Novela al escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka por su obra Patria o Muerte. Es el relato de una familia dividida entre el extremismo antichavista y el radicalismo bolivariano que transcurre durante los últimos meses de vida del ex presidente Hugo Chávez.
Es lo que nosotros, en nuestra tragedia local, llamamos “La grieta”, ese foso que divide familias, periodistas, actores, jóvenes y todos los sectores más allá de su clase social y su residencia urbana o rural.
Las elecciones parlamentarias venezolanas serán el 6 de diciembre y el próximo presidente argentino asumirá cuatro días después. Tanto Venezuela como Argentina estarán marcadas por esta fractura y quien pretenda restañar las heridas producidas en la última década tendrá que hacer un fabuloso ejercicio de conducción que permita unir los pedazos para restablecer las condiciones de unidad nacional. Es imprescindible para combatir con éxito el desafío mayor: terminar con la pobreza extrema y la desnutrición infantil.
Argentina y Venezuela padecen estos flagelos, así como el funesto comercio de las drogas que se extiende, crece y se ampara en las desesperantes condiciones de vida de millones de seres humanos.
Ese triángulo macabro: pobreza, fractura y droga es la fórmula perfecta para el atraso que sólo se revierte con otro triángulo: trabajo, unidad nacional e inversión.
En nuestro caso, el ciclo virtuoso que deberá iniciarse inmediatamente después del 10 de diciembre es equivalente al que tuvieron que encarar los padres fundadores de nuestra patria. Y no exagero. El presidente deberá construir una mayoría recurriendo a propios y ajenos para crear las condiciones de credibilidad, previsibilidad y estabilidad que hagan fluir dineros de colchones, cuentas en el exterior, fondos de inversión, empresas de bienes y servicios, así como créditos a tasas razonables de la banca nacional y extranjera.
Nadie en su sano juicio apostará a un país que se muestre dividido e incapaz de superar sus conflictos internos. Es la con-vivencia y no la oposición entre patria o muerte —o cualquier otra forma destructiva— el secreto de la grandeza de las naciones.
Ese es nuestro desafío, seamos argentinos o venezolanos, para salir rápidamente de la decadencia y el fracaso.