Por: Fabián Medina
Con referencia a los ya muy famosos “fondos buitre”, cabe aclarar que se califica de esta forma a grupos de inversión de empresas o aglomeraciones de compradores individuales agrupados por entidades financieras -como por ejemplo: jubilados italianos que compraron bonos del Estado argentino a través de diversos bancos-, que aprovechan situaciones desesperantes de títulos públicos, preferentemente de Estados con problemas financieros y/o económicos, para adquirir bonos en valores considerablemente menores a los normales.
A partir de esta definición, podemos preguntarnos qué pasaría por ejemplo si nos enteramos de que existen acciones de empresas muy solventes que operan en la Bolsa que poseen valores momentáneos en el orden del 20 ó 25% de su valor normal… Indudablemente la respuesta es que, si dispusiéramos de los fondos necesarios, compraríamos esas acciones esperando el momento en que vuelvan a sus valores habituales o normales para revenderlas y obtener así una ganancia directa y libre de impuestos -por encontrarse este tipo de transacciones exentas de ellos- o esperar y tratar de cobrar el total de los recursos comprometidos.
Entonces ¿cuál sería la diferencia entre nuestro accionar y el de los fondos internacionales? ¿Seríamos “buitres” incluso nosotros por tratar de tener una pequeña ganancia?
Esto claramente corresponde al relato que emana de la cúpula del poder político en nuestro país para tratar de revertir en la opinión pública las consecuencias negativas que resultan de la prepotencia y la soberbia del “no pensamos pagarles”, mensaje comunicado por todos los medios de prensa nacionales e internacionales.
Por todo esto tenemos que entender que la sentencia del juez de Nueva York Thomas Griesa corresponde a la continua dilación de nuestro país en cuanto a los distintos fallos de conciliación dictados con anterioridad desde hace aproximadamente 5 años e incumplidos constante y regularmente por los abogados que defienden los intereses nacionales en base a directivas de nuestro Poder Ejecutivo, plenamente convencido de que esta situación no estallaría antes de fines de 2015 y sería el “regalo” para la próxima administración.
Nunca imaginaron que detonaría la situación en estos momentos como consecuencia de los distintos acuerdos logrados para saldar las deudas contraídas en el CIADI y organismos internacionales (como la expropiación de YPF a Repsol y el Club de París).
En definitiva, es la propia impericia del gobierno la que nos llevó a esta situación de “default técnico parcial” como consecuencia de una deuda de U$S 1.330 millones pero que en realidad llevaría a una suma cercana a los U$S 16.000 millones.
Con todo esto, deberíamos preguntarnos: ¿son fondos buitre o se trata de una expresión más del relato para llevar a la población a una confrontación generada desde ese mismo relato? ¿No están acaso los buitres dentro de nuestras fronteras?