Por: Fabián Medina
Sin dudas todos sabemos y conocemos la necesidad de generar inversión y consumo en nuestro país a los efectos de darle dinámica a la economía para que en un mediano plazo se puedan alcanzar los niveles de crecimiento del PBI que no tenemos desde el año 2010 como consecuencia de la falta de inversión. Debemos notar que la inversión total del país entre los años 2004 y 2009 ascendía al 24%-25% anual, fogoneada por la inversión pública y desde el año 2010, cuando se retiró dicha inversión pública, la inversión total cayó al orden del 1,5% máximo —según los datos brindados por el mismísimo Instituto Nacional de Estadística y Censos antes de la salida de la administración anterior.
Como ya dijimos anteriormente, debemos generar inversiones para dinamizar la economía. Una de las formas de generar inversión es a través de la construcción y para darle dinamismo al mercado de propiedades (“mercado del ladrillo”, que siempre seduce en forma histórica a los argentinos), la compra-venta de viviendas. Para ello, la actual administración ha generado un nuevo esquema de créditos hipotecarios indexados por inflación (UVI) en el cual se requiere un 30% aproximadamente de los ingresos contra lo que se solicitó hasta el viernes 8 de abril de 2016 para acceder a él, aunque sufrirá el ajuste por inflación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) en cada una de sus cuotas.
Todo esto sería muy loable en un país con un nivel inflacionario normal dentro del esquema mundial, o sea, entre 4% y 6% anual, pero no en un contexto como el de nuestro país, en la actualidad con una inflación anual proyectada para el 2016 del orden del 38% al 40% y para el 2017, cercana al 30 o 32 por ciento. Además, se prevén paritarias del 28%-30% en 2016 y del 25%-27% para el 2017.
Para que todo quede mucho más claro, significa que ante una cuota de un departamento de dos ambientes promedio, el crédito sería equivalente a 1.100.000 pesos y la cuota inicial, alrededor de nueve mil pesos e ingresos cercanos a los 28 mil pesos. Esto indicaría que a lo largo del primer año de su aplicación sería necesaria una cuota cercana a los 12.500 pesos y en 2017, a 16.600 pesos, lo que supera una relación del 35% cuota-ingreso. Ante este tipo de crecimiento podríamos encontrarnos en un caso similar a la famosa circular 1050, con los alcances y los resultados nefastos que supo tener en su momento tanto para la economía nacional como, sobre todo, para las familias que componen nuestro país, porque hacía impagables las cuotas de cada uno de los hogares, pero siempre generaba riquezas de las formas más espurias y llegaba hasta la usura.
A forma de corolario, podríamos decir que esta es una de los formas del liberalismo para tratar de convertirse en un populismo de derecha, o sea, el cambio de un relato por otro que los únicos que lo sufren son los trabajadores.