Por: Facundo Chidini
En la actualidad, muchas personas están convencidas de que la política es sucia, corrupta y que su fin es la acumulación de riqueza a costa del sudor del ciudadano; argumentos les sobran para pensar eso. Sin embargo, es importante hacer una distinción entre los políticos y la política. Son dos cosas diferentes. Seguramente haya políticos corruptos, pero no podemos generalizar a todos y, mucho menos, distorsionar el loable objetivo de la actividad política.
El título de este artículo hace referencia a una película que, inspirada en las palabras de Thomas Jefferson en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, recoge el derecho a la búsqueda de la felicidad y lo materializa con la vida de Christopher Paul Gardner. En el film se da un movilizante diálogo, que siempre recuerdo, en el cual Chris Gardner le dice a su hijo: “Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo. Ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño, tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo ve por ello y punto”.
Estas palabras, tan motivadoras, encarnan perfectamente el derecho a la búsqueda de la felicidad, el cual está implícito en el Art. 19 de nuestra Constitución Nacional y que, a mi juicio, está íntimamente relacionado con lo que debería ser el fin último de la política. Es decir, la política, si tuviera que definirla, es el arte de facilitar la búsqueda de la felicidad a los ciudadanos. Esto no quiere decir garantizarla, eso es demagogia pura, sólo su búsqueda, ya que cada ciudadano debe conquistarla para sí mismo.
De forma antagónica a esta visión, en los últimos tiempos el gobierno nacional ha sido el causante de la grave situación económica y social vigente, entorpeciendo millones de oportunidades de futuro, de desarrollo personal y profesional, es decir, afectando al derecho a la búsqueda de la felicidad. Un ejemplo actual de esta situación es el de Axel, quien habiendo juntado $365 mil para operarse de su esclerosis múltiple en España, no puede hacerlo por trabas de la AFIP.
Dado que no se puede garantizar la obtención de la felicidad en su faceta subjetiva, lo que sí se puede hacer es garantizar las condiciones objetivas que faciliten su búsqueda. De esta manera, sólo podremos intentar en plenitud nuestros fines laborales, intelectuales y espirituales si contamos con la libertad para hacerlo.
Para lograrlo, las políticas tendientes hacia más libertad no deben ser aplicadas de forma drástica, no se trata de pasar de un solo golpe del sistema de regulaciones existentes a una situación de libertad absoluta sino de poner en marcha un sistema institucional que tienda a eliminar esas regulaciones, con lo cual se comenzará a solucionar el problema.
Teniendo en cuenta que, lo ideal es enemigo de lo posible y que las formas puras rara se vez se dan en la naturaleza, debemos ser cautos y aprehender a manejarnos con las condiciones reales que en ella se manifiestan. Esa tendencia significa que la acción política debe estar enfocada hacia la eliminación progresiva en el tiempo de todas las trabas y obstáculos que limitan las fuerzas productivas, los estímulos y las iniciativas de los ciudadanos.
Por tanto, las nuevas generaciones de políticos tenemos el gran desafío de revalorizar y resignificar la política, y abandonar las políticas actuales para avanzar firmemente, como resulte posible, hacia más libertad; proporcionando en cada acción una orientación hacia este norte y un camino a seguir. Fundamentalmente, teniendo en cuenta la importancia del movimiento en sí mismo y el sentido en que se produce.