Por pocos años “zafé” de aquella costumbre de antaño en virtud de la cual los zurdos eran obligados a tomar la pluma con la mano derecha; de esa manera se pretendía “corregir” esa suerte de “discapacidad” que hace algunas décadas significaba el hacer todo con la mano izquierda. Al margen de lo ridículo que esto pueda verse en pleno siglo XXI, lo que sí es cierto es que nuestro codo invariablemente “pisa” cada palabra que nuestra mano escribe segundos después de haberlo hecho.
Al parecer en materia política y paradójicamente en gobiernos autoproclamados al menos para la foto; progresistas y cuasi de izquierda, el problema de borronear con el codo lo escrito con la mano es materia más que corriente. Por citar algunos ejemplos: militares fuera de la seguridad interior, pero un coronel al frente de las fuerzas policiales. Derechos Humanos, juicio y castigo versus Milani al frente del Ejército. Severa restricción a la compra de vehículos importados para particulares, pero flota de autos presidenciales compuesta por móviles de altísima gama que hablan alemán. Salud pública para todos. Pero clínicas privadas para la Jefa y su familia. Etcétera, etcétera.
En este contexto, y para no ser menos, desde hace meses un grupo de funcionarios del PEN con el apoyo de algunos legisladores oficialistas, intentan impulsar un proyecto de ley para repotenciar a la marina mercante nacional y por sobre todo a la muy alicaída industria naval argentina. Tanto esfuerzo se ha puesto en esto, que no solo hay un proyecto oficial sino que hay dos. Si bien ambos instrumentos legislativos apuntan a lo mismo, son diametralmente opuestos pero han conseguido alinear a todos los actores navales, marítimos y portuarios del país en torno a uno o a otro , con lo cual al menos en esta materia somos todos oficialistas.
Uno de los “caramelos” de ambos proyectos está dado por la casi absoluta prohibición de importar buques o barcazas usadas. Muy especial prohibición de importar remolcadores de uso civil nuevos o usados, ya que precisamente estas unidades de menor porte y sofisticación son las que nuestra industria naval está en condiciones de hacer sin mayores problemas. La industria naval tiene una cadena de valor significativa ya que por cada nuevo buque se generan cientos de puesto de trabajo directos e indirectos. Desde el astillero hasta quien fabrica el amoblamiento interior de cada unidad
El gobierno parece estar convencido de esta realidad a tal punto que desde hace siete años; contra viento y marea, se viene llevando a cabo la reparación del rompehielos “Almirante Irizar” en el complejo industrial naval “CINAR” (ex TANDANOR) una planta de construcciones marinas repotenciada por esta gestión para impulsar el desarrollo de nuestra industria naval. Muchos hemos criticado no solo el tiempo invertido sino el dinero gastado hasta el momento. Y la respuesta es que al margen de poder haber comprado un rompehielos nuevo, se está fomentando la mano de obra nacional y se “está haciendo escuela “
Tal vez por esta razón, el reciente anuncio del Ministerio de Defensa anunciando la compra de 4 remolcadores rusos usados (muy usados) para ser incorporado a la flota de nuestra Armada ha caído como un verdadero balde de agua fría. Si bien es cierto que cuatro buques por ocho millones de dólares puede sonar tentador…
Ha sido casi una constante no solo en materia de defensa que cuando Argentina compra “usado” no lo hace demasiado bien. Tomemos como ejemplo los vagones de segunda mano adquiridos para el ferrocarril “San Martín” sobre los nadie tuvo en cuenta el hecho que eran demasiado altos para nuestros andenes, obligando a modificar todas las estaciones de la línea. Lo que dio por tierra con la “bicoca”, ya que se gastó más en las obras civiles que en la compra de los trenes.
En este caso particular, alguna vez creo haberle contado querido amigo lector que la parte más moderna de nuestra flota de mar, es fruto de las compras realizadas por el entonces jefe de la marina Emilio Massera. La corbeta más nueva con la que contamos es la “Gómez Roca”, construida en nuestro país (ensamblada en realidad; como los televisores del sur) y puesta en servicio por el ex presidente Néstor Kirchner. En tanto hace un par de meses fue finalmente radiado del servicio activo un patrullero de río con casi 80 años de servicio. Aún se mantienen operando a buques como el “Sobral” y el “Castillo” de 1944; el “Gurruchaga” de 1945
En este contexto, incorporar cuatro remolcadores multipropósito construidos en la década del 80, implica adquirir unidades menos viejas que algunas de las que actualmente navegan nuestros mares. Lo que el mundo descarta aún puede ser útil para nosotros, al margen de los problemas lógicos que vendrán de la mano de este “brillante negocio”; Por nombrarle solo dos: las posteriores dificultades para conseguir repuestos y el problema ambiental que generan naves de esta antigüedad a la hora de ser sacadas de servicio, por la gran cantidad de amianto que contienen en sus aislaciones lo que hace que en Europa por ejemplo ya no se puedan desguazar (desarmar) estos buques por el riesgo ambiental y el efecto cancerígeno del amianto. Siempre es mejor venderlo al cuarto o quinto mundo a precio vil y sacarse el problema de encima
Llama la atención, no obstante, que se les adjudique a estos barcos un carácter ecuménico; servirán tanto para las campañas antárticas como para patrullar nuestra zona económica exclusiva y prevenir la pesca ilegal. También servirán como buques de salvamento en casos de peligro para la vida humana en el mar.
Es aquí donde la política nos “mete la mula” como decían las abuelas. Un remolcador no es un buque de guerra; no tiene ni la velocidad ni el equipamiento necesarios para “correr” a infractor alguno. El mismo concepto aplica a los buques de salvamento, la velocidad de asistencia al lugar del siniestro es primordial. Por otra parte resultará muy curioso ver a buques pintados con los colores típicos de los buques polares (rojo anaranjado) cumpliendo funciones de patrullaje policial/miliar. ¿El mar se parecerá al gran Buenos Aires con patrulleros que no funcionan pero que asustan a los ladrones?
Muy probablemente el talento profesional y el espíritu de sacrificio de los hombres de nuestra marina militar, harán que de concretarse este “negocio” estos trastos viejos den lo mejor de sí. Si con los veteranos “King y Murature” pudieron hacerlo, le pongo a la valiente muchachada de la Armada unas cuantas fichas.
El problema es otro; una vez más el relato tiene doble lectura. No hacemos lo que decimos ni obramos como anunciamos que lo haremos. Seguimos enviando legisladores a discursear ante tribunas repletas de ingenieros y constructores navales; les prometemos trabajo para todos; pero si algún comisionista internacional nos arrima una “oferta” salimos corriendo con la chequera en mano. Alguien dijo una vez: “No pienso dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada”. Nada nos dijeron según parece sobre no abandonarlas camino a Moscú, a China o a cualquier lugar en el que existan ofertas con precios cuidados y resultados inciertos.