Por: Gastón Recondo
Hace rato que venimos insistiendo en que la gente es lo que hace y no lo que dice. Desde el Romanticismo, las palabras decoradas debidamente ante el interlocutor necesitado de un mensaje en particular suelen generar un resultado engañoso. Si hablamos de las parejas, se ama con hechos después de haber enamorado con un discurso dulce para el oído de turno. El fracaso en las relaciones humanas suele originarse en la incapacidad de dar material y físicamente todo lo prometido verbalmente.
Ni qué hablar si nos referimos a la política, donde se maneja el arte de seducir con el fin de ser elegidos para después llenarse de excusas que los eximan de cumplir lo prometido.
Las Barras Bravas en el fútbol argentino no son propiedad exclusiva de los clubes. En los últimos 30 años, los clubes argentinos le han ido cediendo poder e imagen a mercenarios que encontraron en cada una de las instituciones el hábitat ideal para delinquir. Con la complicidad voluntaria o involuntaria de dirigentes, jugadores, técnicos, socios, fuerzas de seguridad y hasta representantes de la política nacional, estos vividores fueron llenando sus bolsillos a costa del miedo de los buenos y de la pasividad tan argentina. Debo confesar que más de un dirigente me reconoció que estando afuera nunca habían dimensionado acertadamente el grado de complejidad del tema. Cabe cuestionar, en tal caso, por qué cuando el río viene sucio aceptan bañarse igual.
Javier Cantero es la mejor aparición en la dirigencia argentina en las últimas dos décadas. Nunca había existido un presidente de club tan firme en su decisión de erradicar la delincuencia de las tribunas. Anoche me emocioné al verlo tan enérgico, reafirmando su lucha y la de todos los hinchas sensatos. Por otra parte, no faltan los fanáticos que se convencen que si el precio a pagar por esta pelea es el descenso, entonces prefieren que nada cambie. Así de triste es. Así de increíble también.
El deporte más popular del país goza por estos días de una oportunidad histórica. Si todos los que no queremos más la mugre de las barras en los clubes gritamos tan fuerte como el presidente de Independiente, si dejamos de celebrar cada vez que ingresan a una tribuna portando banderas, bombos y redoblantes (como si eso fuera una muestra de amor legítimo), si nos animamos a caminar para adelante en lugar de seguir retrocediendo, siento que se nos puede hacer realidad el sueño de ver estadios llenos de fanáticos, pero LLENOS y de FANÁTICOS.
Sepa, Sr. Cantero, que el 95 por ciento de los argentinos que amamos este deporte estamos de acuerdo con usted. Sepan, Sres. Cobardes que ocupan sillones de poder y cabeceras de mesas extensas, que ustedes también pueden quedar en la historia. El oro puede valer más como moneda, pero si buscan el bronce, les prometo que cada uno tendrá su estatua.