Por: Itai Hagman
El pasado 16 de septiembre se cumplió un nuevo aniversario de La Noche de los Lápices, cuando la violencia genocida de la última dictadura se descargó sobre los estudiantes secundarios. En la noche del 15 y la madrugada del 16 de septiembre de 1976 diez estudiantes de la Escuela Normal 3 de La Plata fueron secuestrados de sus domicilios por un grupo de tareas del Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejército y de la Policía de la provincia de Buenos Aires. Los jóvenes tenían entre 14 y 18 años, militaban en la Unión de Estudiantes Secundarios y muchos habían participado en la lucha por el boleto estudiantil en 1975. Seis de ellos permanecen todavía desaparecidos.
37 son los años que pasaron desde entonces y hoy la juventud vive un nuevo proceso de politización, del que Marea Popular, la organización de la que formo parte, es una de sus tantas expresiones. Por eso no sorprende, pero sí enorgullece, que los más jóvenes entre los jóvenes sigan dando muestras de que nuestro pueblo merece una mejor suerte. Podemos mirar con optimismo el futuro sabiendo que estos pibes y pibas están dispuestos a pelear por un país digno, con educación pública, gratuita y de calidad.
En efecto, el mismo reclamo por el que fueron secuestrados y desaparecidos nuestros compañeros y compañeras allá por 1976 todavía hoy está vigente. En los últimos años fueron muchas las movilizaciones y actividades que distintos centros de estudiantes, coordinadoras y federaciones estudiantiles, en muchos casos junto a los gremios docentes, promovieron reclamando el boleto estudiantil, es decir que el Estado garantice el acceso y la permanencia en todos los niveles de la educación. Tanto entre los secundarios como en institutos terciarios y universidades, en la Ciudad de Buenos Aires y también en muchas otras provincias y ciudades del país. En estos días, por ejemplo, son varias las facultades de la Universidad Nacional de Tucumán tomadas por los estudiantes que reclaman entre otras cosas por el boleto gratuito.
Siempre con la convicción de que la tarea del Estado no es sólo promover el acceso de la población más humilde a la educación pública sino también la garantía de las mejores condiciones para la continuidad de los estudios mediante becas, la entrega de materiales de estudio, buenas instalaciones edilicias, salarios justos para los docentes y, naturalmente, también la posibilidad de utilizar gratuitamente el transporte público para ir a estudiar.
Porque sí, digámoslo claramente, los estudiantes secundarios hacen política, mal que les pese a los funcionarios del PRO que en su momento impulsaron un 0-800 para delatar las actividades políticas al interior de los colegios. Y estos jóvenes no solamente votan, sino que también aprendieron a organizarse y planear estrategias para enfrentar el deterioro de la educación pública.
Justamente en este momento decidieron volver a recurrir a las tomas de los colegios en Buenos Aires, tal como en los últimos años, cada vez mejor organizadas. Los secundarios se oponen a las reformas de los planes de estudio que impulsa el macrismo, sin escuchar la opinión de la comunidad educativa. La Nueva Escuela Secundaria de Calidad (NESC), que surge como una respuesta elaborada por el gobierno de la Ciudad ante los nuevos lineamientos establecidos por el Consejo Federal de Educación, elimina orientaciones y genera la pérdida de valor de títulos como el de Perito Mercantil, así como también descarta materias como Historia o Filosofía de los planes de estudio de los últimos años.
Las jornadas de diálogo que los estudiantes consiguieron mediante más de 40 tomas el año pasado fueron boicoteadas por el propio macrismo que en su momento las había concedido y, ante la posibilidad de que nuevas medidas de fuerza lo hagan perder su imagen pública en medio de las elecciones, el gobierno de la Ciudad ya anunció que la reforma se pospondrá hasta 2015. Sin embargo, también aclaró que cerca de un 30% de las escuelas aplicarán la reforma como “pruebas piloto” desde el año próximo.
Por esa razón, tras comprobar la nula vocación de diálogo del macrismo, los estudiantes decidieron apelar a la medida de fuerza más radical que conocen y volver a iniciar un plan de lucha. A pesar de sus diferencias políticas, frente a esta decisión el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, aseguró que “No queremos tomas”. Según parece el ministro kirchnerista no duda en apoyar la actividad política de los estudiantes, pero evidentemente bajo su supervisión. Debería tomar nota de que existe una juventud que no se conforma con lo que tiene y rechaza la docilidad de quienes sólo se organizan para aplaudir en los actos.
Mientras tanto los estudiantes secundarios se animan a darnos una clase a todos. Queda en nosotros escucharlos, apoyarlos y aprender del mejor homenaje posible a 37 años de la Noche de los Lápices.