El cierre de Ormuz sería un casus belli

Jacques Benillouche
Hace 45 años, el cierre unilateral por parte del entonces presidente egipcio Gamal Abdel Nasser del estrecho de Tirán precipitó la Guerra de los Seis Días. La voluntad de Irán de cerrar el estrecho de Ormuz podría tener consecuencias comparables.   Frecuentemente los dirigentes políticos prestan poca atención a las enseñanzas de la Historia. La Guerra de los Seis Días fue lanzada por Israel como un “ataque preventivo” contra sus vecinos árabes, en respuesta a un bloqueo del estrecho de Tirán para las naves israelíes decidido por Egipto el 23 de mayo de 1967. Los israelíes habían advertido que el cierre del acceso al Mar Rojo y la puerto de Eilat sería considerado como un casus belli.   Hoy, los dirigentes iraníes quieren hacer del control del estrecho de Ormuz la demostración de su fuerza, impresionar, como Nasser, a la opinión pública árabe y musulmana y consolidar su poder. Se trata también de testear la reacción occidental y a una administración Obama considerada débil. Pero hay que saber dónde detenerse ya que es improbable que Teherán se encamine deliberadamente hacia una confrontación armada suicida.   Demostración de fuerza norteamericana   En todo caso, más de un tercio del aprovisionamiento mundial en petróleo pasa por el estrecho de Ormuz e impedir la navegación en ese brazo del mar tendría consecuencias considerables que los Estados Unidos no pueden aceptar. Como señal de advertencia, Washington ordenó el 28 de diciembre al portaaviones USS John C. Stennis pasar el estrecho de Ormuz con su tripulación de 6.000 soldados y su equipaje de 75 aviones -50 de ellos, de combate. También envió en apoyo a la zona otro portaaviones, el USS Abraham Lincoln, y ordenó a un tercero, el USS Vinson, dejar inmediatamente Hong Kong.   El 29 de diciembre, el comandante de los Guardianes de la Revolución, general Hossein Salami, afirmó: “Los Estados Unidos no están en condiciones de decir a Teherán lo que debe hacer en el estrecho de Ormuz”.   Los iraníes amenazaron con minar el estrecho en represalia por la intención norteamericana de aplicar sanciones financieras dolorosas para la República Islámica, embarcada en un programa de armamento nuclear. Barack Obama firmó un texto autorizando demandas en los Estados Unidos contra los bancos que efectúen intercambios con el Banco Central iraní.   Los 27 miembros de la Unión Europea acaban de aprobar un embargo sobre el petróleo iraní cuyo efecto inmediato es la caída en un 25% de las exportaciones energéticas.   En respuesta, la República Islámica muestra sus músculos. Amenazas que son tomadas en serio por los norteamericanos. El secretario de Defensa, Leon Panetta, previno que “los Estados Unidos responderán por la fuerza si Irán intenta bloquear el estrecho de Ormuz, paso estratégico para el tráfico marítimo petrolero” y evocó una “línea roja” que no debe ser traspasada. Teherán amenaza con colocar minas frente a los campos petroleros y en las terminales de los productores de petróleo del Golfo Pérsico, en particular Arabia Saudita. Los iraníes son habitués de este tipo de acciones puesto que en 1988, durante la guerra Irán-Irak, ya habían minado el Golfo Pérsico causando daños contra petroleros y contra la fragata USS Samuel B. Roberts que, la chocar una mina M-08, había sido gravemente averiada. Los norteamericanos habían respondido entonces con el bombardeo de dos plataformas petroleras iraníes, gesto que llevó a los iraníes a acordar con los irakíes para poner fin a la guerra.   Ejercicios militares iraníes   Por el momento, las amenazas norteamericanas no impresionan a los iraníes. El jefe de estado mayor Ataollah Salehi dijo: “Aconsejamos al portaaviones estadounidense Stennis que atravesó el estrecho de Ormuz y que se encuentra en el mar de Omán que no regrese al Golfo Pérsico. Irán no tiene la intención de repetir su advertencia y hará todo por preservar la seguridad en el estrecho de Ormuz”.   Unió a su amenaza verbal el anuncio de un test de misil en el estrecho que implicó la suspensión del tráfico marítimo durante cinco horas. El 2 de enero, la marina iraní lanzó dos misiles de crucero, el Ghader, de un alcance de 200 kilómetros y el Nour de un alcance de 100 kilómetros, capaces, según Teherán, de destruir portaaviones.   Enfrente, los norteamericanos vacilan. Al lado de la demostración de fuerza que es el envío de portaaviones con sus flotillas en cantidad hacia el Mediterráneo y el Mar Rojo, evitan caer en la provocación y la retórica encendida que, como vimos en el pasado, pueden llevar a desastres cuando ya nadie puede retroceder sin quedar mal parado.   Así, en 1967, Nasser había llevado a Egipto y a sus aliados sirios y jordanos al desastre militar por haberse excedido y sobre todo por no haber querido mirar de frente la realidad de la correlación de fuerzas militares. Washington espera que se entienda que no busca la confrontación con Irán. El vocero del Pentágono, George Little, afirmó precisamente: “Nadie en este gobierno busca la confrontación en torno al estrecho de Ormuz. Es importante disminuir la presión”.   También los israelíes intentan reducir el impacto de las pretensiones y provocaciones iraníes precisando que la potencia militar de ese país está lejos de poder rivalizar con la occidental. El vice primer ministro israelí y ministro de Asuntos Estratégicos, el halcón Moshe Yaalon, estima que los ejercicios militares iraníes reflejan sobre todo los temores de ese país contra las sanciones que buscan poner fin a sus ambiciones nucleares. “De hecho, esto no puede ser considerado como una paridad de potencia entre ambas partes”. Él desea sanciones económicas más duras contra Teherán precisando que “la solución militar sigue siendo el último recurso” para impedir que Irán se dote de un arma atómica.   Ejercicios israelo-americanos   Las amenazas iraníes coinciden con ejercicios militares planificados de larga data entre Israel y los Estados Unidos bajo el nombre de “Austere Challenge-12”. El objetivo es instalar un escudo antimisiles común y poner en marcha una coordinación entre ambos ejércitos. Los norteamericanos quieren dar a estos ejercicios una envergadura excepcional con el objetivo de disuasión pero al mismo tiempo también para preparar un eventual apoyo a una acción militar israelí contra instalaciones nucleares iraníes, que por el momento no está prevista.   Miles de militares norteamericanos  -pilotos, equipos de interceptación de misiles, marines, técnicos y agentes secretos son esperados en Israel. Gran Bretaña fue informada de estos ejercicios y precisó que estaba dispuesta a unirse a toda acción contra Irán si el estrecho de Ormuz estaba cerrado. Una conferencia tuvo lugar sobre este tema en Washington entre el ministro de Defensa israelí, Ehud Barack, su par británico Philip Hammond y los jefes de estado mayor Martin Dempsey y Benny Gantz (de EEUU e Israel respectivamente).   Estos ejercicios y las amenazas iraníes agudizan una tensión que ya es considerable en la región debido a la desestabilización del régimen sirio, principal aliado de Irán y apoyado contra viento y marea por Rusia. El riesgo de bloqueo de los aprovisionamientos petroleros ha movilizado en todo caso una coalición occidental y una armada se traslada hacia la zona, incluyendo el portaaviones francés Charles De Gaulle, que bien podría verse enfrentado a la flota y la aviación iraní si la República Islámica se deja llevar por su retórica guerrera. De hecho, el programa nuclear iraní molesta menos a los norteamericanos y a los ingleses que cualquier amenaza contra la libre circulación marítima en la mayor región productora de petróleo del planeta.   Pero las autoridades iraníes siguen en la misma trayectoria y acaban de anunciar ejercicios de envergadura en febrero en el estrecho de Ormuz y en el Golfo Pérsico bajo el nombre en código “El Gran Profeta”. Podrían coincidir con las maniobras militares de Israel y los Estados Unidos. Las lecciones de la Historia se olvidan rápido.     http://benillouche.blogspot.com/