Por: Jesús Acevedo
Qué tan acertada es esta afirmación de Jorge Luis Borges, pero sobre todo qué actual le queda hoy a un gran sector de la política argentina.
Construir desde el pasado pareciera ser la premisa de muchos. Añorar lo que supo ser, extrañar lo que muchos ni siquiera conocieron, pero sobre todo, fantasear idealizando un pasado que sólo existe en construcciones mentales.
Siempre extrañamos lo que ya pasó, porque la memoria es selectiva y solamente recuerda los buenos momentos. Todo pasado parece haber sido mejor que el presente y nos asusta siquiera pensar en futuro distinto, en movimiento.
No es por esto que reniegue del pasado. Al contrario, el pasado es muy útil para aprender y entender, pero no puede ser nuestro punto de partida para la construcción de un futuro, de una alternativa distinta.
El mundo ha avanzado a un ritmo vertiginoso. El presente nos encuentra en una constante evolución en lo que implica modalidad del pensamiento. Hoy, la forma de entender la realidad que nos rodea, y la misma comunicación humana, es más amplia y rica que nunca. Se desborda en actualidad, y pareciera estar más cerca del deseo y la apuesta, que de la especulación y la obligación.
Sin embargo, en el campo de “lo político”, parecemos habernos quedados estancados. No solamente no logramos trabajar en los consensos o en las cosas que nos unen para pensar un futuro mejor, sino que ni siquiera logramos ponernos de acuerdo para hablar del presente. No, por el contario, pasamos más tiempo rememorando épocas pasadas, recordando viejas epopeyas históricas, como si estas pudieran servir como punta de partida para algo nuevo.
Hoy nos quejamos del presente y vislumbramos un futuro aún peor, pero estoy seguro de que siguiendo esta lógica de pensamiento, dentro de 20 años añoraremos el 2013 y despreciaremos lo que nos toca vivir, y peor aún, lo que nos queda por delante.
Considero humildemente que es momento de romper con el paradigma de regocijarnos en un lugar tan seguro como el pasado, donde sentimos la tranquilidad de saber que es estático y no puede cambiar.
Por el contrario, es el momento de animarnos a pensar juntos qué es lo que necesita Argentina para el futuro, pero sin cargarnos ninguna pesada mochila que nos obligue a comportarnos de tal o cual forma.
Es el momento de dejar de sentir nostalgia por lo fuimos, para sentir pasión y amor por lo que podemos ser. El futuro se construye en el presente, y pensando hacia adelante. El pasado es parte de nuestra esencia, pero no el único lugar de construcción.
Trabajemos sintiendo pasión por el futuro, y no nostalgia por el pasado.