Por: Jorge Ceballos
Viajé hace unos días a Caracas para participar del Foro de San Pablo. Tenía un interés especial por conocer in situ la realidad venezolana tras el fallecimiento de Hugo Chávez Frías. Rápidamente percibí la inmensa politización de su sociedad, especialmente de los sectores más humildes. Se podrían enumerar varios logros que expliquen esto, pero el dato cualitativo es que, con la llegada de Chávez al gobierno, millones de venezolanos que durante décadas fueron ignorados pasaron a ser tenidos en cuenta y a sentirse sujetos de derechos.
Tengo la apreciación de que ganará Nicolás Maduro, el sucesor designado por Chávez, porque hay una mayoría de venezolanos que saben que tienen un modelo, derechos y conquistas que defender. Por eso dicen que votarán por Chávez este domingo: tienen en claro que están siguiendo las directivas de su líder, hay una sensación de deuda eterna y quieren ofrendarle un triunfo rotundo.
El candidato opositor Enrique Carriles dudó en un primer momento si debía volver a presentarse, pero las circunstancias no le dieron opción. Carga en sus espaldas el deambular errático de una oposición que se aventuró al golpe -en estos días se cumplen 11 años de aquel hecho- y al sabotaje económico en PDVSA. Luego jugó infantilmente a no presentar candidatos en las elecciones legislativas, lo que le trajo pésimos resultados. Sus analistas apuestan al abstencionismo: cifran sus esperanzas en que muchos no vayan a votar ante la ausencia de Chávez.
Quiero referirme a la conducta de Brasil y su ex presidente Lula Da Silva, quien expresó su apoyo a la candidatura de Maduro. Y no lo hizo tímidamente, sino que envió un mensaje personal mediante un video que fue profusamente difundido por el oficialismo. Brasil ve la importancia de una Venezuela integrada a Sudamérica.
Nicolás Maduro deberá afrontar desafíos difíciles: diversificar la matriz productiva, la inseguridad ciudadana y la corrupción en algunas esferas del Estado. Chávez jamás fue alcanzado por esta sospecha; vivió y murió humilde y coherente, con las ideas que defendió con pasión.