Por: Jorge Heili
El comentario luego desmentido por el titular de la AFSCA de Argentina, Martín Sabatella, acerca de debatir la regulación de Internet en el país, desnuda el sueño de controlarlo todo.
Tal vez, la resistencia natural del ser humano a las críticas se potencia cuando alguien está en el poder. No es la primera vez que un funcionario argentino se refiere a la “regulación de la red”.
¿Por qué es autoritario regular Internet?
En el caso de la propuesta que planteó el funcionario argentino Martín Sabatella, existe un antecedente del diputado Gerardo Milman, quien observó en noviembre de 2013: “Por ejemplo, la palabra Internet no figura en los más de 160 artículos. Esa es una deficiencia que tiene la ley”. Estoy convencido de que Milman y Sabatella son personas completamente democráticas y creo en la buena fe de sus intenciones, pero impulsar una regulación de la web, conlleva riesgos que pueden afectar la libertad.
En los EEUU, un grupo de legisladores propuso restringir el acceso a los sitios de pornografía para que los niños no estuvieran expuestos a ese tipo de contenidos; presentaron un proyecto en el que los proveedores de Internet deberían cerrar el acceso a los sitios, excepto que el usuario comunicara que desde su dirección IP deseara ver esos contenidos. Aunque haya un buen fin detrás de ciertas propuestas, hay un ataque a la libertad individual, porque el Estado se arroga un rol en el que se entromete en las decisiones privadas de los ciudadanos.
El principio de neutralidad de la red establece que nadie tendrá preferencia de acceso determinada por ningún gobierno ni ninguna empresa privada. Esto es, si tengo un blog, tendrá que ser tan fácil y rápido para acceder a él como puedo acceder a Facebook o Google. ¿Por qué? Porque si este principio no rigiera, podría buscar mi blog en el navegador y que tarde 1 minuto en acceder y que mi proveedor me “priorizara” a otras empresas que podrían pagarle para tener más ancho de banda y funcionar más rápidamente.
El gobierno argentino promovió la “Ley de Medios” para “garantizar la pluralidad de voces”, es decir, la esencia misma de Internet donde la libertad y pluralidad están garantizadas a tal punto que cualquier ser humano puede crear un blog, tener un perfil en una red social, opinar, escribir o decir lo que quiera sin restricción alguna. Que alguien plantee que debe legislar para “garantizar pluralidad de voces” en la web sería como intentar decretar que “el agua es mojada”.
En algunos países como Cuba, Vietnam, Belarús, Irán, Corea del Norte o China, Internet está regulado por el Estado, que impide el acceso a ciertos contenidos y sitios.
El caso de Venezuela es interesante, porque allí el Estado se apropió del acceso a Internet, una maniobra sofisticada que fija el control de acceso. El Estado, como proveedor del servicio de Internet controla el flujo de información, y puede determinar qué sitios son accesibles o no, y simplemente cortar el acceso a la red de todos los venezolanos. Eso ocurrió el día que hackearon la cuenta de Twitter de Nicolás Maduro, donde directamente se cortó la conexión a Internet de todo el país.
Es mejor desconfiar cuando el Estado quiere regular aspectos que en la mayoría de las sociedades del mundo nadie cuestiona. De hecho, entre los posibles 100 puntos prioritarios que los argentinos podrían reclamar a su gobierno, seguramente no hay uno solo que pida que Internet debe ser legislada . No son justamente los países más democráticos los que pusieron en marcha medidas regulatorias sobre la red de redes.
En 2010, Chile aprobó una Ley que garantiza la neutralidad de la red, de tal manera que bajo esa premisa, ni el gobierno ni las empresas privadas pueden interferir en los contenidos y accesos, una fórmula que protege los derechos de todos.