Por: Julio Burdman
Seguramente hay más de un motivo detrás del cambio de gabinete realizado por la Presidenta. Pero hay un factor que sin dudas incidió, y que explica el timing de la decisión: las elecciones de octubre. Nombrando al diputado nacional Agustín Rossi al frente del Ministerio de Defensa, CFK lo está sacando de Santa Fe.
En este distrito, el tercero del país en cantidad de votantes, al oficialismo no le ha ido nada bien desde que se consumó la ruptura con Carlos Reutemann en 2008. Varias cuestiones confluyeron: un peronismo dividido, un ruralismo antikirchnerista muy movilizado, un no-peronismo unido y electoralmente eficaz. Pero fue Rossi, cuya lealtad a la Casa Rosada era muy valorada por Néstor Kirchner, el encargado de poner la cara en la derrota. Ahora, la Presidenta quiso cambiar la oferta en la provincia. Rossi, instalado en Buenos Aires, ya no será el candidato que encabece la lista kirchnerista.
La mejor carta que tiene el Frente para la Victoria en Santa Fe es María Eugenia Bielsa, quien meses atrás se había rebelado contra el liderazgo de Rossi en la provincia y, además de renunciar a su banca de legisladora provincial, había descartado compartir una lista con él. Ahora, y si hace las paces con el flamante ministro, podría reaparecer; y si no es ella, desde Buenos Aires van a apoyar a un candidato que garantice la unión del voto peronista y esté en condiciones de competir con dos postulantes fuertes: Hermes Binner y Miguel Del Sel.
La movida en el gabinete, en definitiva, se inscribe dentro de la batería de decisiones que está tomando CFK con el objetivo de maximizar el rendimiento electoral en octubre. Falta, ahora, la pata principal: el armado en la provincia de Buenos Aires.
Según el calendario, el 12 de junio tienen que estar definidas las alianzas y el 22 los partidos deben presentar ante la justicia sus listas de candidatos para competir en las PASO del 11 de agosto. Pero la semana que viene, ya hay que apurar las definiciones. Sergio Massa está considerando seriamente su lanzamiento como candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires. Su objetivo es hacerlo a través de una lista que no lleve la denominación del Frente para la Victoria, pero que tampoco sea opositora al gobierno. La ambigüedad es lo que más paga electoralmente al dirigente político que mejor comprende, y sigue, las sutilezas comunicacionales de Daniel Scioli.
Para terminar de decidirse, Massa espera cerrar la próxima semana un entendimiento con intendentes de la zona oeste y del sur del Conurbano. Lo que no sabe Massa en ese plan, porque hay algunas cosas que se guarda y otras que él mismo lo ignora, es cuál será su grado de distancia respecto del gobierno nacional, y cómo espera manejarla. Si la hipótesis Massa se confirma, a partir de ese momento el núcleo de los escenarios políticos argentinos comienza a desenvolverse en una nueva tensión: entre los kirchneristas ortodoxos que quiere mantener los resortes de la decisión, y los moderados que no quieren romper la coalición pero aspiran a mayores márgenes de autonomía.