Por: Julio Burdman
El lanzamiento del nuevo Índice de Precios al Consumidor Nacional Urbano (IPCNU), que reemplaza al cuestionado IPC basado en el Gran Buenos Aires, es una buena noticia, que superó la expectativas del consenso de los analistas. Estos, en general, esperaban un número “a mitad de camino” entre el 0,8% mensual que el Indec venía publicando hasta ahora, y la realidad. Se impuso la realidad. La inflación de enero medida por el IPCNU, del 3,7%, casi quintuplica los valores mensuales del oficial IPC durante 2012-2013 . Se trata del registro más alto desde junio de 2002, cuando los precios finalmente se estabilizaron tras la megadevaluación.
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, sostuvo que es un “mamarracho” el Indice Congreso (IC), relevado por fuentes privadas y difundido por la oposición (la vocera del informe fue la diputada Patricia Bullrich). El IC, presentado un día antes que el IPCNU, sostiene que la inflación de enero fue del 4,6%, casi un punto más. Sin embargo, este IC se asemeja bastante a la inflación relevada en la CABA por la Dirección General de Estadísticas de la Ciudad, que fue del 4,7%. Pero no hay contradicción: los tres se aproximan a la verdad. Tanto el IC como el IPC viejo, están basados en el área metropolitana. Y en el distrito porteño la inflación fue más alta que en el promedio del país, fundamentalmente por los aumentos en el transporte público.
El IPCNU, mientras tanto, releva la inflación de las 23 provincias (agrupadas en seis regiones), pero no incluye a la Capital. Y lo cierto es que la Ciudad hoy tiene una inflación diferenciada del agregado nacional, y la seguirá teniendo. La inflación, como sabemos, ha venido aumentando año a año desde el 2004 (cuando estuvo en el 6,1% anual, que se duplicó en 2005, cuando llegó al 12,3%). Pero cuando Mauricio Macri asumió la jefatura de gobierno de la Ciudad, aprovechó el congelamiento de las tarifas de servicios públicos domiciliarios del que gozan los porteños, para realizar una fuerte actualización de las tasas, impuestos y tarifas de recaudación municipal, que solo habían sufrido aumentos menores durante las gestiones de Ibarra. Cabe preguntarse si los subsidios nacionales no contribuyeron a que los fuertes aumentos municipales pasasen poco más que desapercibidos para el electorado porteño, que siguió percibiendo aumentos salariales… y reeligió al gobierno del PRO.
La separación de la Ciudad del IPCNU puede tener otro impacto diferenciado, en caso de que el gobierno nacional se decida a llevar adelante la medida que más le vienen pidiendo desde las tribunas especializadas: que elimine los subsidios del gas, la luz y otros servicios que usufructúan, básicamente, quienes habitan y trabajan en la ciudad más rica del país. Las tarifas representan alrededor de un tercio de la canasta de consumo, con lo que su supresión crearía una escalada inflacionaria particular porteña, de la que el IPCNU no dará cuenta en forma directa.
En tal caso, el registro más alto del IPCBA 2014 aún estaría por verse, mientras que si el tipo de cambio se mantiene estable, el IPCNU podría haber llegado a su techo entre los meses de enero y febrero, que sufrirán el impacto de la devaluación. Esto es importante para los ansiados “niveles razonables” de las paritarias: si para el mes de marzo la política económica logra contener los aumentos de precios, y baja claramente la inflación de los dos primeros meses del año, no es impensable que se llegue a proponer una hipótesis de inflación anualizada algo menos alta que las expectativas actuales, y por ende una pauta más “razonable” para negociar. Algo que, como vemos, no sucederá con la incierta inflación metropolitana.