La reasunción de Marne Osorio como intendente de Rivera marca la continuidad del batllismo en el departamento. Son dos períodos de Tabaré Viera y dos períodos de Osorio, con lo que se completarán 20 años decisivos en la historia del departamento norteño.
Quien tenga un poco de perspectiva histórica tendrá claro que la ciudad de Rivera de hoy nada tiene que ver con la que hace 30 años vivía una verdadera crisis económica, con su comercio devastado por la inflación brasileña, que establecía una relación de precios irreal.
La instalación de los free shops en 1986 y el vigoroso desarrollo de la forestación, a partir de 1987, marcaron hitos, con la incorporación de la región a un mundo moderno. A ello debe sumarse, como factor fundamental, la racionalización de la labor municipal, que encaró un trabajo de ordenamiento financiero y desarrollo comunal realmente revolucionario para el departamento.
Ese trabajo tuvo en Tabaré Viera el líder renovador, que se basó en una fuerte tarea de equipo. Por vez primera, y con muchas críticas internas, organizó un gabinete de calidad técnica con el que pudo salir de la improvisación bienintencionada que lo había caracterizado en los últimos tramos, llevándolo más de una vez a situaciones de crisis. Mucha gente adentro del Partido Colorado no entendió en aquel entonces de lo que se trataba. Hoy se reconoce que ese era el camino impuesto por los tiempos, sin abjurar por cierto de los grandes líderes del pasado, como el Dr. Altivo Estévez o Don Guido Machado Brum, caudillos patriarcales de enorme calidades personales y profundo arraigo en la población. Sobre la base edificada por ellos, había que modernizar la administración y eso fue lo que se hizo y se sigue haciendo. Tradición y modernidad no son incompatibles en un partido liberal y progresista desde su nacimiento.
El hecho es que de esos equipos técnicos han salido también dirigentes políticos de valor, como es el caso del actual intendente y de su secretario general, Cr. Richard Sander. Son productos de la gestión, de una gestión eficaz pero a la vez cercana a la gente, a la que se aproxima con sensibilidad.
Inversiones tan importantes como el nuevo Hotel Casino, el supermercado Macro, o el shopping center en construcción Melancía, nos hablan de un ritmo de crecimiento ya estabilizado. A ellos les seguirán una nueva terminal de transporte y esperemos que una transformación de su aeropuerto para servir de plataforma binacional, destinada a servir a toda la región, la uruguaya y la brasileña.
Muchas más consideraciones cabrían para felicitar al batllismo de Rivera, pero hoy nos parece particularmente relevante lo que él significa como inspiración para el resto de un partido, que pasa por un mal momento. Rivera nos habla de la necesidad del mensaje constructivo, de la pasión por el hacer, de la búsqueda constante de caminos de unidad partidaria, de la modernización que no reniega del pasado, sino que lo toma como trampolín, de los liderazgos construidos sin personalismos excluyentes. Rivera nos dice que la conquista del apoyo ciudadano no pasa por el halago demagógico, sino por la política de la sinceridad y la sensibilidad. Nos dice también que actuar con racionalidad no supone insensibilidad, sino lo contrario: usar bien los recursos para atender mejor las necesidades de la gente.
Quienes tuvimos el privilegio de compartir las ceremonias de trasmisión del mando departamental sentimos, en el calor y la adhesión de la gente de Rivera, la semilla colorada que debe fecundar en el país entero.