La discusión por el precio de la yerba

Lorena Putero

En marzo de este año se volverá a discutir el precio de la yerba mate. El Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) es el espacio que impulsa la discusión sobre uno de los principales insumos en la vida cotidiana de los argentinos. Lo que nos proponemos es reflexionar acerca de cómo se forma ese precio y cuáles son los resultados.

Existen en este mercado 17.444 productores; el 76% de ellos posee menos de 10 hectáreas y ocupan el 52% de la superficie cultivada. Luego el proceso continúa en los 239 secaderos, 118 molinos y 12 fraccionadoras. La distribución minorista se realiza, como cualquier otro producto, a través de los supermercados. Es importante resaltar que sólo entre Carrefour, Cencosud, Coto, La Anónima, Walmart y Casino absorben el 58% de las ventas de alimentos y bebidas de país.

Es decir, tenemos muchos productores pequeños e independientes, lo que nos haría pensar en que existe cierta facilidad para reemplazar una marca de yerba por otra. Sin embargo la concentración existente en la etapa de molienda y fraccionamiento, donde cuatro grupos económicos -Grupo Las Marías (marcas: Taragüí, Unión, La Merced), Molinos Río de la Plata (Nobleza Gaucha), Hreñuk SA (Rosamonte) y Corporación General de Alimentos, adquirida por Molinos (Cruz de Malta)- concentran el 80% de la capacidad convierte en poco probable esta posibilidad en el largo plazo. Esto coloca a los productores en desventaja, y a las empaquetadoras en posición de imponer un precio de compra de la materia prima, situación que intenta subsanar el INYM.

En la última negociación, la distribución del precio de la yerba quedó de la siguiente manera: los productores reciben 2,10 (por la hoja verde), luego los secadores la venden a $ 8,20; entre la molienda, fraccionamiento y comercialización el precio se eleva a promedio de $ 25 el kilo, que es el que encontramos en las góndolas de los supermercados. Esta concentración no sólo afecta a los consumidores, como sucedió el año pasado cuando el precio de la yerba llegó a $30, sino también a los productores.

Otro Camino

En ese mismo momento que los supermercados dejaban vacías sus góndolas de yerba y aparecían en algunos comercios segundas marcas a precios irrisorios, quienes consumen marcas cooperativas de yerba que trabajan con el comercio justo siguieron pagando el mismo precio o con un aumento mucho menor.

En línea con esa realidad, distintos organismos del Estado comenzaron a fortalecer experiencias existentes como las Ferias Francas de Misiones, donde se elimina la cadena de comercialización y el producto llega directo a las manos del consumidor. Así, se facilitó la comercialización de la yerba producida por cooperativas como sucedió en la experiencia “Yerba para todos” llevada adelante en distintas ciudades como Paraná, San Luis, Rosario y Mendoza con promedios de 10 toneladas de yerba a $13 el kilo.

En Mendoza se realizó un intercambio entre productores de frutas y verduras y productores misioneros de yerba que enviaron más de 30 mil kilos, consiguiendo excelente calidad y precio en ambos productos. La coordinación del transporte que llevaba un producto y al volver traía el otro permitió abaratar los costos.

Estas experiencias no sólo permitieron al consumidor acceder a un precio razonable sino también a los cooperativistas (pequeños productores misioneros) acceder a un mejor ingreso y dar a conocer sus productos.

Comprar a estas cooperativas no sólo garantiza yerba de calidad sino también que no existe trabajo esclavo en ellas ni trabajo infantil y, tal como afirman desde Jepe’a (una de las marcas que comercializan este tipo de productos), se fortalece a los productores en su lugar de origen evitando el éxodo provocado por la concentración de la tierra y de la producción en pocas manos, garantizando procesos de respeto del medio ambiente y la salud de los consumidores.

Estos otros beneficios que parecen hasta ínfimos deben ser tenidos en cuenta cuando se habla de una política integral ya que si expulsamos campesinos a las ciudades, sin ingresos y sin vivienda, los costos sociales y económicos de esa acción los absorbe luego el conjunto de sociedad.

Es importante resaltar que no hablamos de ayudar a los pobres productores sino fortalecer un actor económico que hoy es parte de los procesos de transformación en otros países de América Latina como en Ecuador, donde existen ferias populares abastecidas por más de 6000 productores familiares con el apoyo de gobiernos provinciales y nacionales.

Son experiencias capaces de lograr una producción con calidad de exportación: prueba de ellos son las 12 toneladas que enviará este mes la cooperativa Picada Libertad a Corea para comercializarla como bebida energizante, con miras a incrementar dicho volumen a 20 toneladas mensuales.

Es por ello interesante incorporar al debate del precio el tema de la producción, distribución y comercialización (no sólo de este producto sino de muchos otros insumos como es el caso de la leche) y qué es mejor para nuestra economía, si una concentración en grandes corporaciones o la producción diversificada. Quizás puedan convivir ambas pero para ello es necesario que la política de producción y comercialización esté pensada para ambas y no sólo para las grandes.