Primer paso: Encontrar un referente. Un gurú. Casi un oráculo… El elegido debe tener un alto perfil mediático y académico. Debe seducir a propios y a extraños con un lenguaje rebuscado, casi preciosista.
Nada de lo que diga debe ser expresado con palabras simples o comunes. Ni siquiera para nombrar un vaso con agua… El gurú dirá, en este caso, “un recipiente cilíndrico, vidriado, que contiene un elemento líquido, incoloro, inodoro e insípido; que se dice que es agua, pero que no me consta…”
Segundo paso: Debe defenestrarse toda teoría, sistema, escuela, doctrina o ideología anterior al “verdadero” relato jurídico-penal. Todo lo pasado es falso, ruin, indigno, fascista, cavernícola o marciano. De igual manera, debe colocarse en el cadalso ideológico-doctrinario a todo autor, científico, tratadista o estudioso del “viejo” discurso punitivo.
Tercer paso: Deben cambiarse los nombres y los rótulos de las Instituciones que conforman el Sistema Penal del Estado, ahora llamado “aparato represivo”. Así, llegarán para quedarse en la nueva panacea del saber penal, las “agencias del poder punitivo”; las “policizaciones”; las “jaulas”; las “penas perdidas”; etc.
Cuarto paso: Deben conquistarse las Cátedras de Derecho Penal, de Derecho Procesal Penal, de Criminología (Crítica, por supuesto), los Institutos de Post-Grado, las Comisiones respectivas de los Colegios de Abogados, Idém de los Colegios de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial y del Ministerio Público, los Comités evaluadores de los Consejos de la Magistratura, etc.
En esta inteligencia, deben relegarse de toda actividad académica, científica, decisoria, etc., todo aquel que ose rebelarse a este nuevo catecismo laico.
El o los “herejes” deben ser condenados a la “hoguera” del ostracismo.
Quinto paso: No puede faltar en todo nuevo relato (o sanata) jurídico-penal, el ataque a los medios “cooptados” por el imperialismo-capitalista-salvaje-neoliberal.
Con el rótulo de “criminología mediática” o “neo-punitivismo”, el nuevo enemigo es, por supuesto, ¡el periodismo..!
Esta simple receta es suficiente para reemplazar la bochornosa falta de una política criminal seria y duradera. Para justificar lo injustificable. Para hablar sin sonrojarse de “sensación de inseguridad”; de “descenso en los índices delictuales”; de camaritas; de policías comunales, municipales, distritales, estaduales; de Gendarmería en las calles, lejos de las fronteras; de Prefectura en los barrios chic, lejos de las vías navegables, etc.
Estos pasos reemplazan o maquillan una verdad brutal que muy pocos reconocen: el crimen y el criminal están ganando la batalla contra la honestidad y los honestos.
Mientras muchos mueren, la sanata sigue viva.