¿Cuáles son los objetivos políticos inmediatos y a mediano plazo de Hugo Moyano? Contestar a esta pregunta no es tan simple como podría parecer, ya que la trayectoria política del líder sindical camionero en el último año no ha sido lineal. Hay que recordar que tan sólo en abril de 2011 Moyano convocó a una multitud en la avenida 9 de Julio para expresar públicamente, y acompañado por la mayoría de los ministros del gabinete nacional, su apoyo a la reelección de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Es notable que en tan sólo poco más de un año el camionero haya pasado de un apoyo decidido a un enfrentamiento sin cuartel.
Hay dos explicaciones posibles para la ruptura: que haya sido por razones puramente sindicales o que obedezca a razones políticas. La primera explicación parece menos probable. Por supuesto, existieron roces fuertes entre las centrales sindicales y el gobierno por temas estrictamente sindicales (mínimos no imponible del impuesto a las ganancias, techos a las paritarias, entre ellos); sin embargo, resulta difícil imaginar que estos temas (que afectan además sólo a la punta de la pirámide de los trabajadores en blanco) hayan sido la razón de una ruptura tan total y completa entre el líder sindical y el gobierno en tan sólo un año.
El primer enfrentamiento fuerte entre el gobierno y Moyano fue su amenaza de paro general frente al exhorto enviado por la Justicia suiza para investigar las relaciones entre él y la empresa Covelia. A ésta le siguieron las públicas quejas de Moyano por la escasez de lugares para sindicalistas en las listas a diputados del Frente para la Victoria en la elección pasada, y sus también repetidas quejas por el hecho de que Cristina se niega a reconocerlo como interlocutor político. Es decir, en realidad en los últimos tiempos tomaron relevancia los temas políticos. Y, además, Moyano ya había señalado su interés es hacer avanzar al sindicalismo hacia la política electoral: eventualmente este avance debería expresarse en “un presidente trabajador” o “un Lula argentino.”
Sin embargo, aquí se confunden las señales dadas por Moyano. Es evidente que en sus movimientos de los últimos tiempos pesa más su encono, que ya es personal, contra la presidenta Fernández de Kirchner, que las demandas estrictamente sindicales. Pero el discurso político del camionero no puede aún enunciar un objetivo político con un mínimo nivel de claridad. El Moyano sindicalista quiere (o quería) que el gobierno baje el mínimo no imponible, no ponga techos a las paritarias y elimine el límite superior para el cobro de asignaciones familiares. Pero ¿qué es lo que quiere el Moyano político?
En este nivel el camionero no tiene un discurso articulado. ¿Quiere Moyano armar una línea del PJ que pueda disputar poder dentro de la coalición de gobierno? ¿Armar un frente opositor que incluya a la UCR y el Partido Obrero? ¿Construir un movimiento sindical disidente? ¿Va a intentar avanzar en la consecución de cargos “por adentro”, disputando las listas del FpV, o intentará ampliar la base de sustentación de su central apuntando a incorporar movimientos sociales y territoriales? ¿Se aliará Moyano con actores como Macri, De Nárvaez y De La Sota en función de su objetivo de erosionar al gobierno, aún sabiendo que estos actores no harían otra cosa que intentar debilitar al movimiento obrero de llegar al poder? ¿Por qué sumar a una marcha a la UCR y sectores del FAP para luego terminar cantando la marcha peronista?
Es decir, el único objetivo que hoy por hoy Hugo Moyano transmite con claridad es su deseo de debilitar el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner a como dé lugar (tal vez, incluso, imaginando escenarios que fuercen a una salida anticipada del gobierno). Pero este objetivo de corto plazo no necesariamente es compatible con el avance de los derechos de los trabajadores, ni mucho menos la construcción a largo plazo de una fuerza política capaz de conseguir “un presidente trabajador.” Ciertas alianzas, que pueden tener sentido en función de un objetivo, debilitan sin embargo las posibilidades de consecución de los otros. Es posible que sea factible tener un sindicalismo fuerte, o un sindicalismo furiosamente antikirchnerista, o un presidente trabajador, pero no las tres cosas al mismo tiempo.