Por: Maximiliano Ferraro
Finalmente con un gran despliegue abrió el Centro Cultural Néstor Kirchner en el edificio donde funcionó hasta hace algunos años el Correo Central.
Originalmente -cuando fue parte de los festejos por los 200 años de la Revolución de Mayo- iba a llamarse del Bicentenario, pero con el fallecimiento del ex presidente Kirchner en el 2012 -y en su memoria- fue rebautizado por la presidenta Kirchner. Esta modificación está explicitada en los fundamentos de la ley 26.794 que dice: “El Palacio de Correos es un edificio de valor histórico y patrimonial colmado de un alto contenido simbólico para la comunidad en general y para Néstor Kirchner en particular, ya que era hijo de un trabajador postal, quien en sus viajes desde Rio Gallegos a Buenos Aires solía visitar el edificio y recorrer sus instalaciones”.
Sin embargo, la normativa de muchas provincias y ciudades de nuestro país exige un mínimo de diez años de la muerte de alguna persona para asignar su nombre a un espacio público. Así también lo establece el artículo quinto de la Ley Nº 83 de la Ciudad de Buenos Aires.
Bautizar espacios públicos con el nombre de los gobernantes es una costumbre de muchos países. En el nuestro el primero en hacerlo fue el Virrey Santiago de Liniers que bajo su mandato le puso su nombre a una calle de la Ciudad de Buenos Aires.
Bajo el gobierno del General Juan Domingo Perón, su nombre y el de Eva Perón recayeron en las provincias del Chaco y La Pampa, respectivamente.
Cuando gobernó Carlos Menem bautizó una calle, un barrio y un polideportivo de la Rioja con su nombre.
Durante la presidencia de Néstor Kirchner, no se perdió la costumbre y se le puso su nombre a un barrio en San Juan, un gasoducto en El Calafate y una calle en Caleta Olivia.
De esta manera, calles, rutas, túneles, puentes, escuelas, clubes, hospitales y destacamentos policiales de todo el país fueron bautizados o rebautizados durante los últimos años del gobierno de la presidenta Cristina Kirchner en recuerdo a Néstor Kirchner, alcanzando a lugares tan dispares como un centro genético, un consultorio odontológico, una oficina del ANSeS, e incluso el torneo de futbol de primera división que organiza la AFA.
El antropólogo argentino, Néstor García Canclini, en “Los usos sociales del patrimonio cultural”, dice: “El efectivo rescate del patrimonio incluye su apropiación colectiva y democrática, o sea: crear condiciones materiales y simbólicas para que todas las clases puedan compartirlo y encontrarlo significativo”.
En esta línea creo que la magnitud de la obra del Centro Cultural queda opacada con esta nominación y confirma una manera sesgada de hacer uso del patrimonio cultural. Lejos de proyectos inclusivos y generosos con todos los colores políticos esta iniciativa queda vinculada a una personalidad y su historia familiar, convirtiéndose solamente en un homenaje político.
Es una lástima que un proyecto valioso para la cultura que se desarrollará en uno de los mayores y más bellos (y de valor patrimonial arquitectónico) edificios históricos de la Ciudad, con una obra de tamaña envergadura, de altísima inversión y de gran valor para la exposición de actividades y producciones culturales de todas las artes nacionales, que promete, incluso, superar al Centro Pompidou de París, no sea desde su nombramiento un proyecto abierto, participativo y diverso, sino un homenaje que representará a un sector social,político y partidario y no al legado cultural y artístico de todo un país.