Por: Néstor Pitrola
Por 8.000 pesos de salario mínimo, vital y móvil. 82% a los jubilados. Doble aguinaldo para todos
Que la policía haya puesto en la agenda nacional un salario mínimo equivalente a la canasta familiar demuestra, ante todo, la vergonzosa parálisis de la CGT en cualquiera de sus variantes. Las familias de los policías tienen que afrontar el mismo supermercado que las familias obreras.
Pero las concesiones a la policía abren una deliberación colosal, en primer lugar, entre los estatales y docentes de todas las provincias del país. En Córdoba, la dirección delasotista de los empleados públicos se ha visto obligada a ir al paro de 48 horas por aumento y habrá marcha conjunta con docentes que medirá el estado de ánimo y de movilización entre los trabajadores. En Neuquén, un paro total de docentes y estatales, con masiva marcha, puso ya en la calle el reclamo de 10 mil pesos de básico y sigue un gran paro de salud. El 18 habrá un paro nacional médico de Fresposa, nacido en la lucha de los residentes de la provincia de Buenos Aires.
Es el camino en todas las provincias. Asambleas conjuntas de los estatales, por encima de divisiones de gremios. Unidad con docentes y trabajadores de la salud. Que Ctera convoque un congreso con mandato de asambleas de cada provincia, ningún crédito a la paritaria trucha tradicional de Yasky, quien seguirá el camino entreguista del sindicato de docentes salteño que firmó 25 % en tres cuotas, de espaldas a la docencia.
La docencia es cuatro veces más numerosa que la policía, y los estatales un número equivalente a la fuerza policial con variantes, según las provincias. Se abre un cuadro de crisis donde el movimiento obrero en su conjunto tiene que intervenir.
El gremio aceitero, que enfrenta la primera paritaria, ha planteado 9.500 pesos de básico, el real monto de una canasta familiar. Aunque claro está, en este cuadro de inflación creciente, hay que imponer mecanismos de indexación salarial. No se pueden admitir tampoco ningún tipo de cuotas, esquema histórico kirchnerista que hoy resulta directamente confiscatorio. Otra paritaria que ha causado impacto en las filas obreras es la de cerveceros, que cerró (atrasada) en 26,5% en tres cuotas, pero con un adicional de fin de año de 10 mil pesos en dos cuotas.
El gobierno se preocupa por la “tensión social”. Pero negó bonificación alguna a los jubilados, y el aguinaldo para los 170 mil trabajadores del Argentina Trabaja. Esas reivindicaciones sólo las levanta el clasismo, junto al doble aguinaldo para todos y reapertura de paritarias, en la manifestación del 29 de noviembre.
Moyano ha renunciado a jugar un papel de conjunto, apenas trata de cuidar el deterioro de su autoridad puertas adentro del gremio, negociando sin ruidos un bono de fin de año. La burocracia sindical se atomiza y se adapta a las pugnas de los diferentes caciques pejotistas. Por otro lado, especulan con notables caídas en la producción industrial para mejor frenar el reclamo, pero sin ofrecer política alguna allí donde se producen suspensiones o despidos.
Nuestra política es la contraria, es la hora para que el movimiento obrero intervenga. Las asambleas fabriles y de lugares de trabajo tienen que cimentar la intervención de las organizaciones obreras en la crisis mediante un programa: 8.000 de salario mínimo vital y móvil, mínimos de convenio equivalentes a la canasta familiar, doble aguinaldo para activos y jubilados, reapertura de paritarias, indexación de salarios, ningún despido ni suspensión, reparto de horas disponibles sin afectar salarios en las ramas afectadas por caída de producción. Ganemos la calle el 20 de diciembre, todas las organizaciones obreras de lucha, con este programa.