Por: Nicolás Cachanosky
Una década de administración kirchnerista dejó al país en lo que parece ser un callejón sin salida. Alto nivel de gasto público con déficit fiscal en un contexto de inocultable debilidad económica. ¿Cómo corregir el desequilibrio fiscal sin empujar aún más la economía hacia un contexto recesivo? La economía keynesiana que tanto influye en el pensamiento económico del país ve una relación prácticamente directa entre gasto público y desempeño económico al punto tal que una reducción súbita del gasto público se equipara con una inevitable recesión económica. ¿Es el modelo K un proyecto de callejón sin salida? Si bien no se pueden negar las dificultades y costos de corregir años de irresponsabilidad fiscal, no es del todo cierto que Argentina se encuentre en un callejón sin salida. De hecho, si bien hay innegables diferencias de contexto histórico, la economía de Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial ofrece un caso histórico que muestra que sí es posible salir de una situación de déficit con alto gasto público son los presagiados problemas de la “austeridad fiscal”.
El siguiente gráfico muestra la evolución del PBI real en Estados Unidos [eje izquierdo] y el nivel de gasto público sobre el PBI (%) [eje derecho] para el período 1929-1960. En 1940 el gasto público se encontraba en el 22% del PBI. En tan sólo cuatro años llegó a representar el 82% del PBI. El gasto público muestra una caída libre hasta el 25% del PBI. El gasto público se redujo en términos absolutos en un 75%.
Si nos atenemos a lo que el discurso oficialista (y de no pocos opositores) dan a entender sobre los problemas de recortar el gasto público, entonces deberíamos observar una profunda y extensa crisis. Sin embargo, lo que se observa es que del pico (1944) al piso (1947) el PBI real se contrajo en un 13.4%, lo que equivale a una caída equivalente de 3.5% por año. En 1948 el PBI real creció un 4.1%. ¿Cómo es posible que un colapso de tal magnitud en el gasto público en relación al PBI no resultase en un colapso económico y, que de hecho, la economía americana se haya recuperado sin apelar a fuertes políticas de gasto público?
Hay tres características a tener en cuenta durante el período de la Segunda Guerra Mundial: (1) La participación del gasto público muestra un acelerado incremento, (2) el nivel de desempleo era artificialmente bajo dado el llamado a la ciudadanía al servicio militar, y (3) la economía se encontraba bajo un virtual planeamiento central que determinaba qué, cómo, cuándo, y a qué precio se debía producir. Así, como estas tres características tomaron forma al entrar Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, estas tres características también se vieron modificadas al salir de la guerra. Es decir, la caída del gasto público no fue lo único que cambió en la economía pos-guerra.
Si bien es cierto que entre 1945 y 1948 hay un aumento en la tasa de desempleo, no es menos cierto que el desempleo no superó el 3.9% (1946). Una tasa de desempleo lejos de mostrar serios problemas en el mercado laboral. Para fines de 1946, 10 millones de veteranos habían encontrado trabajo en un contexto de baja de gasto público y de desregulación económica. Este paradójico resultado suele intentar explicarse de dos maneras: (1) reducción en la oferta laboral femenina que se había incrementado durante la guerra, (2) un importante número de veteranos se inscribieron como alumnos en distintas universidad, por lo que no cuentan como personas desempleadas.
Ninguna de estas tres explicaciones, sin embargo, se ajusta a los hechos. El número de mujeres en la fuerza laboral pasó de 14.5 millones en 1941 a 19.4 millones en 1944 para caer a 16.9 millones en 1947. Movimientos que no pueden explicar la baja tasa de desempleo del 3.8%. A este resultado hay que sumarle que un gran número de plantas que empleaban cerraron al reducirse el gasto público, por lo que la población femenina también debió encontrar nuevos puestos de trabajo. Luego de la guerra, unos 800.00 conscriptos se anotaron en programas universitarios. Si los 800.000 veteranos fuesen contados como desempleados, la tasa de desempleo sería tan solo 1.4% superior.
La economía americana, sin embargo, no se encontraba sólo frente a un escenario de colapso de gasto público, el gobierno federal debía hacer frente a un abultado déficit fiscal. El gobierno federal pasó de un déficit de 32.1 miles de millones de USD a un superávit de 2.4 miles de millones en 1947. De hecho, los ingresos del gobierno federal no se vieron fuertemente afectados lo que indica que la actividad económica no se vio afectada por la reducción del gasto público. En 1945 se registraron ingresos por 41.5 miles de millones de USD, en 1946 y 1947 los ingresos fueron de 39.5 y 42.8 miles de millones de USD respectivamente. Es decir, la reducción de gasto público no sólo produjo fuentes de empleo suficientes como para mantener bajas las tasas de desempleo, sino que al no afectarse la actividad económica se pasó de un escenario deficitario a un escenario superavitario.
Para entender como es posible juntar una reducción del gasto público con un buen desempeño económico es necesario tener presente que el gobierno americano no se limitó a reducir el nivel de gasto público de un 80% del PBI a un 25% en un reducido lapso de tiempo. Estados Unidos también dio decidida marcha atrás con regulaciones y controles de precios. Una economía con un alto gasto público puede resultar en economías anémicas dado el alto nivel de recursos que deben destinarse a gasto público y no a consumo e inversiones privadas. Una economía con precios regulados es incapaz de invertir de manera eficiente, dado que los empresarios se encuentran ante precios mentirosos en lugar de precios que reflejen de manera fiel las preferencias de los consumidores. A veces lo mejor que puede hacer el gobierno para mejorar la economía de un país es simplemente hacer un paso al costado y dejar al mercado operar. Poco pueden aportar ministros con escasa o nula experiencia de mercado frente a empresarios e inversores que arriesgan su capital en lugar del dinero del contribuyente.
El retorno a una economía de mercado con precios libres, junto a una fuerte reducción del gasto público, puso a disposición del mercado insumos y factores de producción que se pudieron utilizar para crear valor en lugar de satisfacer las necesidades bélicas de la Segunda Guerra Mundial. Si bien sería iluso negar que Argentina no pueda corregir sus desequilibrios fiscales sin afectar la economía, sería igual de iluso plantarse en no ver soluciones porque la clase política (gobierno y opositores) no es lo suficientemente patriota como para reducir su gasto público y dar lugar a que sea el mercado el que genere puestos de trabajo productivo en lugar de planes públicos que generan trabajo improductivo. No es cierto que los ajustes fiscales son siempre salvajes, desalmados y con un inevitable colapso económico como resultado. Si hay algo que a la economía Argentina le sobra es ajuste sobre los sectores más necesitados. Inflación, cepo cambiario, cierre de importaciones, falta de inversión en infraestructura no es otra cosa que un ajuste que afecta en mayor medida a los más necesitados. Si hay algo que a la Argentina le falta es un mercado libre que permita la creación de valor en lugar de una economía que debe mantener a un insaciable aparato populista.