Por: Nicolás de la Plaza
Más allá de todas las causas que prosperan o no, y fuera de las presiones de toda democracia desde diferentes áreas que influyen en la Justicia, puede asegurarse que este Gobierno es uno que es corrupto, en el sentido que sus funcionarios roban recursos del Estado, recursos que están afuera de su esfera patrimonial.
Esto es básico, pero el detalle que sobresale es que este Gobierno que roba recursos del Estado es explícitamente estatista. Cada día que pasa funcionarios, y cada tanto la Presidente, se esfuerzan por enmarcar que a diferencia del pasado neoliberal, la actual administración trabaja para que la vida de los argentinos sea regida por el Estado y así se produzca la mentada redistribución de la riqueza. Un Estado fuerte que, como una madre italiana, cuida de sus hijos hasta que se independicen cuando ella muera y les deje la casa.
El liberalismo tan vilipendiado tiene mucha profundidad y también consignas básicas como la afirmación que el ser humano es suficientemente capaz para darse una chance de poder convivir en una sociedad por sí solo, sin necesidad de la mamma (agréguese acento italianísimo). Una sociedad de individuos entusiastas por mejorar cada vez mas su descendencia en competencia fuerte pero armónica con sus vecinos.
El estatista dirá que esa competencia dejaría atrás a los que no pueden ni quieren competir y que la libertad real sería que el que no puede ni quiere competir tenga la libertad de no hacerlo. Entonces el estatista te preguntará: ¿cuál es la verdadera libertad?
Es una buena interrogante pero en Argentina la pregunta útil es: ¿por qué el que quiere una sociedad regida por el Estado roba o apoya a los que roban del Estado? La respuesta inmediata es que, en realidad, el estatista es mejor que el liberal porque al menos, fuera del robo, le llega algo al que no puede o no quiere prosperar. Matemáticamente está bien, pero rompe bastante el tema ideológico, sobre todo si ese robo no es condenado o criticado, y peor aun, se silencia.
Otra pregunta es: ¿en qué tipo de intelecto orgulloso puede entrar la idea de que una sociedad gobernada por la convicción de incluir socialmente a través del Estado sea manejada por funcionarios que roban de esos recursos? Es decir, ¿cómo un estatista puede robar del Estado?
O más simple: ¿cómo un argentino puede robarle a la Argentina?