Por: Paola Spatola
Estamos en un estadío avanzado en materia de narcotráfico en la Argentina. Hemos encontrado jefes de policías, hijos de intendentes, concejales, miembros del Poder Judicial, todos vinculados con estas redes criminales. Ésta es la fotografía actual de una realidad que hace más de 10 años atrás en este mismo medio quien les habla la describía como el inicio de la narcoterritorialidad en nuestro país.
Por otro lado, se observa un avance de parte de las naciones del mundo tendientes a terminar con este flagelo. Desde la legalización de la marihuana para consumo personal hasta la fuerte acción del GAFI en lo que se refiere a lavado de activos.
Y nuestro país no es una excepción, las normas que ha dictado el Congreso de la Nación en materia de lavado de divisas, financiamiento del terrorismo, y la adecuación del sistema financiero argentino acordado en GAFI, son ejemplos notorios de medidas que van contra el desarrollo del narcotráfico, todas ellas impulsadas desde el Poder Ejecutivo nacional.
Además, vale resaltar que hoy casi el 90% del espacio aéreo argentino está radarizado, cuando en el 2004 la cobertura sólo alcanzaba el 12%. Esto es un logro de la actual gestión, que lanzó el programa Sinvica (Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial), el cual permitió avanzar en la radarización nacional a través de un contrato entre Defensa y la empresa estatal INVAP. Resta aun en materia de espacio aéreo avanzar definitivamente en la sanción de una ley de derribo.
Otro claro avance es el espacio generado en el ámbito del Consejo de Seguridad Interior, trabajando la nación y las provincias de forma conjunta y coordinada.
Párrafo aparte merece el golpear a los narcos en sus cuevas, que ya no son los barrios más marginados en el que se encuentran las cocinas, sino las grandes mansiones en barrios privados donde viven los narcos y no los transas.
El “poder paralelo” que intenta ejercer el narcotráfico debe ser enfrentado con decisión y firmeza si se quiere preservar a largo plazo la soberanía del Estado sobre su territorio y las libertades individuales de los ciudadanos.
La creación de una Oficina Nacional de Lucha contra el Narcotráfico, el Delito Transnacional y el Crimen Organizado serviría al propósito de avanzar hacia la consolidación de los esfuerzos que se están haciendo por controlar el avance de estas modalidades delictivas.
A través de un organismo de esta naturaleza, similar en grandes líneas a la Serious Organised Crime Agency (SOCA) que Tony Blair creara en Gran Bretaña en 2006, sería más efectiva la acción estatal para perseguir el blanqueo de dinero, el tráfico de personas, drogas y armas, así como los fraudes y falsificaciones a gran escala o las redes internacionales de pederastia.
Las ventajas organizacionales de una agencia de este tipo le otorgarían a la acción pública una agilidad, eficacia y dinamismo que rápidamente se traduciría en un descenso de los índices de delictuosidad.
Es por eso que me parece central avanzar en la creación de la oficina, que dependa directamente de la Presidencia de la Nación y debería trabajar en tres ejes centrales:
- Establecer la estrategia estatal para la lucha contra el narcotráfico. Políticas de prevención para evitar el ingreso y/o de drogas y precursores al país; persecución de la producción de estupefacientes y distribución, coordinación de operativos, entregas vigiladas, etcétera.
- Trabajar mancomunada y estrechamente con la Secretaría de Inteligencia (SI) en la diagramación de operativos para controlar, desbaratar, y conocer los movimientos de los individuos involucrados en el tráfico y producción.
- Aportar a los juzgados federales, toda la información necesaria para dilucidar las causas de narcotráfico (salvo aquella calificada como estrictamente secreta y confidencial que dependerá de la autorización de la presidenta de la Nación).
El episodio en Santa Fe, en donde el jefe de Policía va preso acusado de ser cómplice del narcotráfico, muestra a las claras hasta dónde hemos llegado. De hecho, llama poderosamente la atención que el Partido Socialista de Santa Fe siga triunfando en las elecciones como lo hace, cuando la ciudad de Rosario cada vez se asemeja más a la Medellín de Colombia.
Es muy fuerte, pero no hay que tener miedo de ir contra ese poder. En mi caso particular, esta lucha la llevo adelante no solo en lo teórico sino en lo práctico desde hace ya muchos años habiendo sido por ello víctima de fuertes acciones directas hacia mi persona y mi familia, y sigo firme en la clara convicción que bajar los brazos es jugar para ellos.
Hombres y mujeres en el mundo día a día se juegan todo en esta lucha, como Álvaro Uribe, en Colombia, quien ganó su gobernación, las presidenciales, fue reelecto, recuperó a Ingrid Bentacourt, diría que las FARC están derrotadas, la seguridad en Colombia ha cambiado de manera impresionante. ¡Y gana elecciones! Y está vivo y camina por las calles.
Si uno tiene una clara vocación política de servir al otro, y de que en su país exista realmente paz, se puede hacer.
Y como dijo el Papa Francisco: “no dejemos que nos roben la esperanza, ni que se la arrebaten a nuestros jóvenes. Cuidémonos los unos a los otros. Estemos particularmente cerca de los más frágiles y pequeños. Trabajemos por una cultura del encuentro y la solidaridad como base de una revolución moral que sostenga una vida más digna”.