El mundo no está equilibrado y eso no es ninguna novedad. El viento dejó de soplar de popa y ahora está de proa, lo cual produce molestias a tripulantes y pasajeros.
La pregunta que estos últimos se hacen es: ¿estas molestias serán transitorias o las tendremos con nosotros durante un largo recorrido? Y el capitán, avezado marino, utilizando terminología económica responde: van a tener que armarse de paciencia porque esto no se trata de un episodio cíclico en que las aguas y los vientos cambian de una manera previsible, sino que se trata de un cambio estructural que se está produciendo en las aguas más profundas.
Esta figura marina puede aplicarse a las distintas zonas geográficas y a cada uno de los países que las componen. Es que ya pasaron los tiempos de bonanza en que todo era apacible hasta la crisis del 2008 y a partir de la cual, sólo unos pocos elegidos sortearon las dificultades con cierta comodidad y aún ventajas, como es el caso de los denominados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Pero eso fue, ya no es mas y hoy nos encontramos con caídas de los commodities que afectan los ingresos de los países productores disminuyendo el nivel de sus ingresos internacionales, porque los países que los demandan han bajado y tal vez, no temporalmente, han entrado en un proceso de estancamiento económico o en todo caso de muy lento crecimiento, como es el caso de China y Estados Unidos.
Esto no se aplica sólo a los commodities industriales sino también a los agrícolas y minerales, ya que las “locomotoras mundiales” (EEUU y China) no superan sus problemas internos, la primera y la segunda se encuentra en transición hacia un modelo económico de crecimiento “hacia adentro” que necesariamente producirá en algún momento medidas que lleven a la revaluación del yuan. ¿Cuándo no se sabe? Pero es propio del modelo elegido en el último Congreso celebrado en el Palacio de Tianamen, que el apoyo al consumo implique una mejora del salario real, que producirá cambios.
Las bases políticas del Partido Comunista. Estamos entrando en un proceso de cambios relativos a nivel mundial que afectará a nuestro país, como ya se está viendo en los precios de la soja y del maíz.
Para los países que supieron aprovechar la oportunidad que brindó el boom de los últimos ocho años, queda el saldo de las inversiones promovidas por los movimientos de capitales que ahora se verán interrumpidos, por la diferencial entre costos e ingresos, tal como es propio de la actividad minera. Pero los países que vieron pasar el tren y no se subieron al mismo porque eligieron privilegiar el consumo y apoyarse en el stock de recursos anteriormente acumulados (caso de Argentina), quedan las dificultades emergentes de un endeudamiento para el que se limitan las posibilidades de financiar sus servicios.
Sin embargo esta alteración cíclica, constituirá una oportunidad para los países que tengan o se dispongan a sanear sus finanzas, mantengan actitudes “amistosas” con la comunidad financiera, emprendan conductas anti inflacionarias y combatan la corrupción en todos sus frentes. Estas serán condiciones necesarias aunque no del todo suficientes, para motorizar inversiones que aumenten la productividad general por medio de la diversificación de la matriz productiva y de la modernización de su infraestructura.
Es muy posible y de hecho lo es, que los políticos en el poder consideren que ésta es una pausa en una línea tendencial de crecimiento constante y este será el peor error que puede llegar a cometer. Simplemente porque les faltará capacidad de anticipo para diseñar no políticas anti cíclicas, sino políticas de cambios estructurales. En el contexto de próximas elecciones, resultará mucho más fácil acudir a las primeras por los menores costos sociales implícitos. Pero el mundo seguirá andando y tarde o temprano la realidad demostrará lo que acá se afirma: “que entramos a una nueva era económica”