Cuando la FED decidió aumentar la tasa de interés y preanunciar otros ajustes al alza en diciembre de 2016, en una nota previa a tal decisión dejé apuntada mi opinión en relación con el impacto negativo que ello habría de aparejar para la economía mundial. Mi opinión se basaba en el rol que cumple el dólar en la economía globalizada y que trasciende los límites de Estados Unidos. No lo entendieron así las autoridades encabezadas por Janet Yellen y focalizaron la cuestión en el nivel de desempleo norteamericano y en las posibles presiones inflacionarias en el país del norte, que no llegan al 2% anual desde hace varios años.
Es así que ese aumento impacta en lo que va de 2016 sobre la ya existente volatilidad de los mercados de acciones, bonos, monedas extranjeras y materias primas, lo que produce alteraciones en el pulso de los inversionistas y alienta pronósticos relacionados con el regreso a una crisis de las características de las de 2008. Las turbulencias impactaron sobre el Down Jones, que bajó, sobre la demanda de bonos del Tesoro, que subieron de valor nominal (la contracara de la caída de la tasa de interés), sobre el aumento del oro y del yen, todos activos que juegan el papel de refugio por parte de quienes tienen aversión al riesgo y buscan refugio en alternativas de máxima seguridad.
Debe destacarse que Argentina, que venía muy mal por sus desequilibrios macro, por el sólo cambio de Gobierno y las primeras medidas tomadas, originó un clima de confianza que hizo bajar fuertemente el riesgo país y subir la cotización de sus bonos soberanos y provinciales. Si hubiera resuelto el diferendo con los holdouts y se hubiera anunciado un plan antiinflacionario, ya el país sería receptor de un importante flujo de capitales.
¿Qué es lo que está ocurriendo en el mundo? ¿Por qué esta desconfianza generalizada? No hay una explicación que abarque a todo el sistema, solamente explicaciones de tipo parcial que finalmente no cierran la respuesta, como ocurrió con el caso de las hipotecas subprime. Los analistas no se ponen de acuerdo y sólo atinan a fijar sus posiciones, que no son sistémicas.
En el intento de resumirlas, estas explicaciones son:
1) La creencia de que el yuan está sobrevaluado y que es forzoso que China, si quiere evitar un aterrizaje violento, devalúe su moneda, ya que la estrategia de crecimiento hacia adentro, fijada en ocasión de asumir su mandato Xi Ying Ping, hasta el momento ha devenido en una baja del PBI, el 6,9% anual, un valor que no se veía desde hacía 25 años. Ciertamente, una devaluación agravará a los países que comercian con China, pero los fondos especulativos apuestan a que el deseo de no devaluar por parte del Gobierno chino ceda ante la realidad que muestra una muy fuerte salida de capitales y pérdida de reservas. Los analistas dicen que el proceso de la apuesta en contra del yuan comenzó en agosto de 2015. Que la economía se desacelere tiene su origen en decisiones pasadas de financiar emprendimientos estatales por medio del crédito de la banca oficial y de inversiones en infraestructura de dudosa rentabilidad económica y social. El proceso de digerimiento está en marcha y ha de reducir un nivel de PBI distante de los históricos y en los alrededores del 6% hasta por lo menos 2020. Pero, a mi juicio, sin la identidad como para producir una crisis generalizada. Sí una desaceleración del crecimiento en muchos países como Brasil, Sudáfrica, Australia y Europa básicamente. Por este lado, habrá una caída del comercio internacional, pero sin riesgo de crisis.
2) Los fondos apostaron que, con la suba de tasas por parte de la FED, sería el sistema bancario el que produciría fuertes ganancias para sus accionistas, ya que capitalizaría la diferencia entre las tasas activas cobradas y las pasivas pagadas de sus operaciones. Sin embargo, esto no ocurrió y, por el contrario, fueron las acciones de los bancos las que más bajaron. A esto agréguese el impacto producido en Alemania por la cadena financiera afectada por la Volkswagen. No obstante, la sanidad del sistema está fuera de toda duda después de las salvaguardas tomadas por la crisis de Lehman Brothers. Más aún, considero que la mayoría de las acciones bancarias tienen recorrido alcista, incluyendo las argentinas.
3) La baja del petróleo impactó sobre las tenencias de bonos soberanos, que era donde colocaban sus utilidades los países petroleros. Esos bonos son parte sustantiva de fondos de inversión que se ven obligados a vender acciones compradas en épocas de bonanza, lo cual se suma a las ventas por las razones antes apuntadas en los casos de China, Alemania y Estados Unidos. Fuentes del J. P. Morgan estiman que estas ventas serán en 2016 de 75 miles de millones de dólares. Cosa que, a pesar de ser relevante, no es suficiente para mover el amperímetro mundial, ya que solamente el mercado de Estados Unidos tiene un volumen anual de 21 billones de dólares.
4) Otra creencia es que Estados Unidos no crece, a pesar de los esfuerzos de la FED y que realmente después de China y Alemania, que vienen a bajas revoluciones, es el verdadero motor del mundo y único por los problemas de aquellas. Para ello, alegan el estancamiento del sector manufacturero y la desaceleración producida por la suba de las tasas. Sin embargo, ahora que se conocen las cifras de enero, las ventas minoristas están subiendo un 0,2% intermensual, las ventas “core” subieron un 0,6% también intermensual, que es el mayor incremento desde mayo de 2015. Esto demuestra que los consumidores norteamericanos no creen en la recesión (y esta es la columna vertebral de la aquella economía). Naturalmente que incide a favor del consumo la baja de los combustibles, que aumenta el ingreso disponible. El empleo se mantiene y el dólar se ha depreciado ligeramente frente al euro, lo cual favorece a la balanza comercial de Estados Unidos.
5) El acuerdo de países petroleros en esta semana, incluyendo a Rusia, para disminuir la oferta, busca la reactivación de los precios, Pero esto no tiene en cuenta que la demanda de petróleo es débil, porque el PBI mundial no crece. Fundamentalmente en países emergentes, excepto India. La Unión Europea creció 0,3% en el cuatro trimestre de 2015 respecto del tercer trimestre. Pero en todo el año el PBI creció el 1,5%, cifra que no registraba desde el año 2011. Es muy probable que el Banco Central Europeo, según decidiera en su última reunión, incentive su política expansiva con tasas de intereses negativas a partir de marzo de este año. A pesar del cuadro poco alentador de los países europeos, el mayor peligro deriva nuevamente de la falta de financiamiento de Grecia para cumplir con su segundo compromiso ante la Troika, de Portugal e Italia, que no crecen y de España, que tiene serios problemas, como los anteriores de solvencia y de liquidez, aunque es el de mayor crecimiento relativo.
En resumen, hay explicaciones, algunas más cercanas a las evidencias empíricas que otras, pero en conjunto no dan motivo a creer que se está incubando una crisis global. Exceptuada la situación de China y los países del Mediterráneo, el sistema bancario se encuentra fortalecido, como lo ha demostrado el Deutsche Bank al comprar su propia deuda a los que le ofrecen papeles de la cartera.