Nada más parecido al juego del truco que lo que está sucediendo con estas elecciones. Pareciera que todo se juega al canto de “envido” o “truco”. Desde el Frente para la Victoria (FPV) se grita que van primeros en todas las encuestas, aun cuando a la hora de contar los votos resulta que no es así. Perdieron en Mendoza, perdieron en Santa Fe, perdieron en Córdoba, perdieron en Río Negro, y ni siquiera compitieron este domingo en la ciudad de Buenos Aires, porque ya habían perdido antes. Pero presentan sus cartas como si fueran implacables, a las que nadie puede superar. Les cantan “envido” y desde el FPV responden “falta envido y truco”; y son muchos los que se asustan y mandan sus cartas al mazo.
No es novedad que el truco es un juego donde se debe saber mentir para jugar sin cartas. El kirchnerismo se ve que aprendió el juego a las mil maravillas. No ganó nada hasta aquí, o en todo caso ganó muy poco, pero nos quiere hacer creer que ya ganó todo. La verdad es que, cada vez que desde el otro lado de la mesa se le dijo “quiero”, el FPV perdió la mano. Difícil entender cómo es que, perdiendo mano tras mano, pueda considerarse el ganador de la partida; o mejor dicho, que los demás así lo crean. Por el contrario, otros jugadores con buenas cartas parece ser que nunca aprendieron la mecánica del juego.
Tal lo sucedido este domingo con la elección en la ciudad de Buenos Aires. En lugar de sentarse a la mesa a jugar un partido de entre casa, entre amigos, ya que no había necesidad de jugar “por los porotos” contra nadie, el PRO optó por desafiar al resto del mundo. Quizás agrandado por las cartas con las que pensó que contaba. No tuvo mejor idea que poner en juego un título que no hacía falta exponer. Lamentablemente para ellos, como suele suceder en estos casos, el retador se llevó todos los aplausos y le quitó toda la gloria al ganador de la partida. Exceso de confianza, falta de experiencia, falta de calle, vaya uno a saber. En un truco de a seis -lo que se conoce como “pica pica”-, hay manos en las que se juega uno contra uno, pero siempre en equipo. Este domingo el PRO olvidó que estaba jugando en equipo. El uno contra uno lo ganó, pero el partido lo perdió.
Finalmente, están los que han jugado al truco toda la vida, con cartas y sin ellas. Conocen lo que es jugar con el ancho de espadas y el de basto en la mano, pero también lo que hay que hacer cuando las cartas no aparecen. Tal lo que sucede con el Frente Renovador (FR). Hasta aquí, no lo dejaban sentarse a la mesa nuevamente -quizás por no contar con el dinero suficiente para el nivel de apuesta que requería la mesa-; en un juego en el que PRO y FPV habían establecido la regla de “a ganador” tan solo entre ellos. Resultó que uno se equivocó y el FR finalmente pudo colar, y hoy ya está sentado a la mesa nuevamente. Lo que hace una diferencia con estos jugadores es que ya supieron de grandes triunfos en estas lides y, conocedores de las grandes diferencias económicas con los otros participantes para afrontar las apuestas, supieron esperar pacientemente su nueva oportunidad. Se presenta como difícil que la vayan a dejar pasar.
La gran apuesta hoy, para todos estos jugadores, es la provincia de Buenos Aires. Seguramente quien tenga las mejores cartas allí y sepa cómo utilizarlas se alzará con la partida final. Nadie duda que en esta última mano hay quienes cuentan con más dinero para redoblar apuestas, y otros que sin tanto dinero dicen conocer mejor el paño y sus circunstancias. Veremos quién resulta ganador. Nada está dicho. Pero si es por apostar, yo le pondría una ficha en la provincia a quienes mejor la conocen: los intendentes con hambre de cambio que ya supieron ganar esta partida frente a los mismos adversarios.