Amistades peligrosas en la red

Rodrigo Bonini

La amistad virtual implica riesgos. El gran segmento usuario de las redes sociales son los más jóvenes. Estos, si no están acompañados por sus padres, pueden ser víctimas de algún delito. Robo de identidad, acoso, extorsión y hasta pornografía infantil son algunas de las amenazas con las que los jóvenes pueden enfrentarse durante una sesión de Internet.

A medida que la tecnología avanza, las redes sociales evolucionan, proponiendo de esta manera y principalmente a los más jóvenes un nuevo modelo de comunicación que genera entonces una novedosa forma de relacionarse, la virtual. En esta inteligencia es que los chicos generan amigos (contactos) que pueden llegar, como lo expone una encuesta realizada a adolescentes de la ciudad de Buenos Aires, en el 20 % de los casos, a superar los mil contactos por joven (el promedio de contactos de los chicos es de 583).

Este nuevo sistema de interrelación efectivamente modifica las actividades, los usos y las costumbres sociales, y los chicos destinan en promedio más de cinco horas diarias a navegar por la red. En este sentido, según los datos que arroja una encuesta entre adolescentes, solo en la ciudad de Buenos Aires el 64 % se conecta entre 2 y 6 horas por día, mientras que el 28 % de ellos lo hace más de 6 horas diarias. Vale destacar que estas cifras superan ampliamente la frecuencia de uso que hacen los jóvenes en otros países. Por ejemplo, en Reino Unido el 52 % de los consultados le destina al menos cinco horas a esta actividad, pero por semana.

Continuando con el uso de las redes a nivel nacional, otros números que inquietan son los que refleja una investigación realizada sobre una muestra de seiscientos chicos de hasta 20 años de clase media y media alta: El 100 % de los consultados poseía un perfil en alguna red social (Facebook o Twitter).

Para tomar noción del crecimiento y de la expansión de este nuevo mercado y los riesgos que ello conlleva, solo en la Argentina se crearon cerca de 25 millones de perfiles en Facebook. Pero lo preocupante, como señala la organización Alerta Vida, es que dentro de esa cifra se contempla a no menos de cien mil cuentas de pedófilos locales en busca de menores en la red, mientras que en la ciudad de Buenos Aires, con base en datos del Ministerio Público Fiscal, el 77 % de los casos que ingresan al Equipo Fiscal Especializado en Delitos Informáticos son por pornografía infantil.

Con base en documentos, antecedentes y experiencias recogidas con especialistas de la temática (cibercrimen, seguridad informática, criminólogos o investigadores) se infiere que el modus operandi de estos “depredadores sexuales” se distingue por las siguientes características: son poseedores, generadores o distribuidores de pornografía infantil, pertenecen a grupos cerrados donde se comparte pornografía a través de medios virtuales como los sistemas iCloud o Dropbox (utilizados además para evadir controles e investigaciones) y uno de sus principales objetivos es ampliar la red de usuarios. Asimismo, buscan introducirse mediante engaños y utilizando un perfil falso a distintos grupos creados por jóvenes.

Una vez que lo logran, buscan generar confianza en sus contactos a fin de manipular las conversaciones con el único propósito de hacerse de información que les permita definir perfiles para luego seducirlos, seleccionar sus víctimas y atacarlas. Dicha maniobra es conocida como grooming, acción en la que un mayor se hace pasar en las redes sociales por un menor con la finalidad de captar menores y corromperlos sexualmente, esto le permite al agresor tomar contacto con un menor para generar material que le provea de autosatisfacción, la posibilidad de tomar contacto físico con él a través de un encuentro persona a persona, o bien les permite generar material que les facilite el acceso a grupos de pedófilos exclusivos.

Si bien un reciente estudio de Unicef señala que la gran mayoría muestra tener recaudos a la hora de su seguridad y se cuida frente a la interacción ante extraños, el 43 % de los chicos argentinos entró en el mundo Facebook antes de los 13 años, que es la edad permitida, es decir, cuatro de cada diez chicos mintió sobre su edad para conseguir abrir una cuenta.

Asimismo, siete de cada diez chicos no pidieron permiso a sus padres para abrir la cuenta, mientras que prácticamente la mitad dio su teléfono o su dirección a desconocidos.

En este sentido es que se vislumbra un campo fértil para la penetración de estos agresores sexuales o pedófilos, que identifican este segmento (preferentemente entre los 10 y 15 años) como el de mayor vulnerabilidad.

La complejidad de hacer frente a este tipo de delitos radica fundamentalmente en las características de la herramienta (red social), ya que le brinda al agresor capacidades para cambiar rápidamente, acceder a distintos segmentos, en diferentes lugares, de forma inmediata y a toda hora. Un agresor sexual virtual puede resultar por la mañana tu mejor amigo, por la tarde un compañero del colegio y por la noche un familiar, es decir, puede presentarse como cualquier persona.