El efecto del impuesto a los autos de alta gama

Rubén Murray

A comienzos de este año entró en vigencia el nuevo impuesto a los autos de alta gama creado a través de la Ley 24.674, que establece un gravamen del 30% para los vehículos nuevos que cuesten entre $ 170.000 y $ 210.000, y del 50% para los que tengan un valor superior. Este impuesto, que estaba destinado a desalentar las importaciones de automóviles, terminó afectando los precios de casi todos los vehículos, provocando una importante caída en la venta de las empresas automotrices.

La baja en el nivel de actividad del mercado automotor hizo que varias empresas suspendan a su personal, anticipen vacaciones y recorten turnos para atenuar el efecto negativo que les generó la menor demanda. En enero de este año, casualmente el mes en el que comenzó a aplicarse este impuesto, la producción de autos bajó un 17,9% interanual, y las ventas de automóviles nuevos cayeron un 19,5%, según datos de ADEFA.

Esta semana los directivos de las empresas automotrices mantuvieron una reunión con el ministro de Economía, Axel Kicillof, la ministra de Industria, Débora Giorgi, y otros funcionarios del Gobierno. La expectativa del encuentro por parte de los empresarios era que se modifique el nuevo impuesto, pero finalmente se fueron decepcionados porque no se les hizo ningún anuncio en ese sentido.

Por otra parte, hace pocos días la AFIP dio a conocer la valuación fiscal de los automóviles a considerar en la declaración jurada de bienes personales de 2013. El organismo recaudador aclaró que dichos valores no contemplan la suba de precios registrada en los primeros meses del año, que se debe principalmente al nuevo impuesto, y también a la devaluación sufrida en el mes de enero. De todas formas, el efecto de este nuevo gravamen tendrá una importante repercusión en el impuesto a los bienes personales de 2014, ya que en caso de que no se actualice el mínimo no imponible de dicho tributo, lo cual no se hace desde el año 2008, habrá muchas más personas que tendrán que pagarlo.

Es importante destacar que no siempre una suba de impuestos implica una mayor recaudación. Ya que si los montos que se cobran son excesivos, entonces puede disminuir tanto la oferta como la demanda de los bienes gravados por ese impuesto, de forma tal que la caída en las ventas termine siendo mayor al efecto del aumento impositivo. Esto es lo que en 1980 explicó el economista Arthur Laffer, utilizando a tal efecto un gráfico que se terminó conociendo como la curva de Laffer, la cual muestra que a partir de un determinado punto subir los impuestos puede producir una baja en la recaudación.

Este nuevo impuesto, que se creó para frenar la salida de divisas, terminó afectando a toda la industria automotriz, provocando una caída importante en el nivel de actividad, y puede terminar perjudicando el trabajo de muchas personas. A veces se toman medidas de forma improvisada, sin analizar los efectos colaterales que pueden tener. El problema es que, en casos como este, los efectos colaterales negativos terminan siendo más importantes que el supuesto beneficio que implicaba esta medida.