Por: Sergio Bergman
La impericia y negligencia del acuerdo fue declarada inconstitucional por la Cámara Federal. El fallo será apelado, y así lo anunciaron dos ministros sin ministerios: Relaciones Exteriores; Justicia y Seguridad. No es convicción ni procedimiento institucional. Es, esencialmente, un acto reflejo de la soberbia que nos gobierna y que no reconoce errores, sino que denuncia conspiraciones.
Apelan sin vergüenzas. Saben que nos mienten, pero van por más; es decir, una vez más, van por todo. Impunidad. Apelan, en lugar de admitir errores y propiciar la derogación de esta vergüenza del memorándum de entrega a Irán para cancelar las alertas rojas, para que no avance la causa y solo prospere la impunidad. La de ellos, que no tienen vergüenza, y la del régimen iraní, sin principios ni escrúpulos, solo teología política fanática que propicia el terror.
La Argentina no tiene política exterior. No tenemos justicia eficiente e independiente, mucho menos tenemos seguridad. Vivimos intoxicados por la violencia. La que es simbólica, en lo gestual y discursivo de una autocracia ejecutiva unipersonal que lleva una década dividiendo a los argentinos, como en las acciones cotidianas del delito y el crimen a las que nos acostumbramos, ya anestesiados. La política interior se diferencia de la exterior en cuanto a que su mala praxis ha malogrado nuestro crecimiento económico en inflación, recesión, desempleo, habilitación al lavado de fondos, proliferación del narcotráfico.
Vivimos enfermos de violencia cultural, verbal y física, que tiene la más cruenta evidencia en el delito y el crimen; producto de haber negado casi diez años un problema de todos por igual, mientras la decisión política del Ejecutivo, nos desconocía diciendo que era una sensación o una manipulación de los medios.
No tener política exterior no nos exime del alto costo de la impericia y la probada negligencia de quienes tienen responsabilidad en un tratado que la Cámara Federal dictaminó que es inconstitucional. El mismo Canciller reconoce frente a la dirigencia comunitaria que fracasó.Y la Presidente lo anticipó en Naciones Unidas y en el Congreso de la Nación: Irán no colabora, y el pacto con Irán no tiene vigencia por la misma indiferencia de Irán, que solo necesitaba la negligencia ejecutiva en manos del Canciller que firmó y la de legisladores oficialistas que -con trámite exprés- votaron, en obediencia debida y a libro cerrado, esta ley que debe ser derogada tanto por inconstitucional como por inmoral.
El doble estándar de pactar con Irán por vía inconstitucional es una traición a la soberanía nacional, en su justicia independiente, como a la memoria sagrada de las víctimas, que volverán a profanar con sentidas palabras en las efemérides de los ya veinte años de impunidad que se cumplen por el atentado a la AMIA, que clama y reclama memoria y justicia.
Que el memorándum es inconstitucional no era tema de debate sino una obviedad que requería solo de coraje, valor y coherencia de jueces que dictaminen, con justicia, lo obvio. Ahora tenemos por delante una deuda interna que es, una vez derogado, sentarnos a trabajar para retomar lo que Néstor construyó y Cristina destruye. Avanzar con el dictamen de la Fiscalía de investigaciones independiente, denunciar en foros internacionales al régimen terrorista fundamentalista de Irán, cortar nuestras relaciones comerciales, expulsar a sus funcionarios de nuestro país, legislar que estos crímenes no prescriben, que Latinoamérica toda colabore en desmantelar la red de terrorismo, inteligencia, financiamiento y células dormidas y activas que Irán despliega en la región.
Quedará pendiente junto con reparar este pacto inconstitucional y vergonzoso, no solo en el exterior —donde ya no somos creíbles y estamos aislados—, sino en el seno de nuestra sociedad, que necesita ministerios de Justicia, Seguridad y Relaciones Exteriores. Más allá de sus actuales ministros que, ya sin vergüenzas, han demostrado lo que no pueden ni quieren hacer, por no saber o simplemente por su mal desempeño en la función pública, hasta el día en que se vayan o lleguen a ser juzgados, los argentinos necesitamos que se revierta el estado en el que se encuentra la política nacional. Necesitamos constitucionalidad, orden republicano, federalismo, representación y la posibilidad de vivir en la seguridad que trae para nuestro pueblo la educación y el trabajo que hace al progreso y nos devuelve la paz.