Esta última semana se observaron una serie de inconsistencias en la evolución de la brecha entre el dólar del mercado único y libre de cambio y el dólar ilegal. El camino errático que se registró en el comportamiento del denominado “blue” muestra a las claras la nula base de fundamentos económicos genuinos de su cotización, la cual surge meramente de maniobras espurias por parte de exiguos operadores de mercado. Previo a indagar en la coyuntura es preciso clarificar brevemente aspectos técnicos para enmarcar el problema.
La doctrina económica suele caracterizar los regimenes cambiarios adoptados por los países de acuerdo a su grado de rigidez o flexibilidad respecto de la cotización de otra moneda de referencia, en general el dólar. Así, existen esquemas clasificados como de “paridad fija” entre los cuales recordaremos el aciago 1 a 1 que acabó con la competitividad de la producción local, desviando todo incentivo a sustituir importaciones. Simplificando los numerosos grises, en el otro polo se encuentran los regímenes cambiarios “de flotación”, los cuales dejan la determinación del tipo de cambio librada al accionar de las fuerzas de la oferta y demanda de mercado, operando como si existiera un conjunto de agentes homogéneos que se aglutinan para comprar y vender moneda, sin que ninguno tenga poder de inclinar la balanza.
En Argentina, a partir de la crisis de la convertibilidad, se adoptó un esquema de flotación debidamente administrada. El más significativo giro en la gestión del Banco Central ocurrió cuando en abril de 2012 se modificó su Carta Orgánica, en pos de lograr una mayor cohesión de la política cambiaria con un modelo de país que propende al pleno empleo y al desarrollo con equidad social. Tal cambio fue la piedra basal para alinear el rumbo de la macro monetaria con la economía en su conjunto. Entender la crucial importancia de mantener una dirección tutelada del tipo de cambio asiste a la compresión de la errónea concepción de ciertos analistas económicos sobre los causales de los cambios en el precio del dólar blue. Éstos le endilgan responsabilidad a la falta de disciplina fiscal del Gobierno y a la ausencia de “señales de mercado”, cuando el problema de fondo dista de tal simplificación subjetiva.
Los principales pools agroexportadores mantienen ingentes stocks con el propósito de intentar torcer el rumbo económico definido por el Gobierno Nacional y lograr una devaluación pronunciada. Lo paradójico es que su apuesta fue idéntica, tanto a fines de 2012 cuando la tasa de depreciación del peso era prácticamente nula, como en el último mes donde pareció acelerar su marcha: deciden no realizar el acopio de su cosecha, y en cambio mantener una estrategia “wait and see”. Se vislumbra notoriamente su poder de mercado, dado por las enormes escalas de cosecha acopiada y su holgura financiera, que les permite permanecer considerables períodos de tiempo sin liquidar su producción. Si naturalizamos esto como normal podríamos preguntar al ciudadano de a pie, por ejemplo a un comerciante, si es capaz de permanecer meses sin vender sus productos, especulando con el precio futuro. La respuesta será negativa, porque carece del poder económico de aquellos segmentos concentrados.
Otro detalle no menor, aunque omitido en los análisis sobre las consecuencias del fogoneo constante de este mercado ilegal, es el perjuicio sobre el microahorrista. Dicho de otra forma, existiendo prominentes variaciones en la cotización del dólar blue, en escaso período de tiempo, existen muchos cambistas en la city porteña que están obteniendo pingües ingresos con el menudeo entre el spread del precio de compra y de venta. Ganancias apalancadas en una ficticia bicicleta financiera.
La gestión concertada de la flotación cambiaria es una herramienta crítica para impedir una brusca devaluación que decante en inestabilidad y termine canalizando en incrementos precipitados de precios. El mayor ritmo actual de declive en las arcas del Central se debe a una participación activa de la autoridad monetaria, inmunizando vía venta de bonos las presiones devaluatorias. Serán claves para engrosar las reservas los posibles acuerdos de inversiones con países como Rusia o China, que poseen excesos de liquidez y las futuras inversiones directas que se abrirán con la rúbrica final del acuerdo con Repsol.
Por último, vale recordar que si se compara el resultado de la compra y mantenimiento del activo ilegal, respecto a cualquier otro instrumento (desde el vilipendiado plazo fijo hasta el más ventajoso Bonar VII, que se adquiere en pesos y repaga su deuda en dólares), se cae en la cuenta de que el rendimiento del dólar blue es inferior a toda otra opción de inversión.
En consecuencia, la mejor apuesta es por la economía real y por activos representativos de variables fundamentales en sectores productivos. Nunca será conveniente aventurarse en una variable aleatoria, sólo explicada por los intereses corporativos de aquellos colectivos con poder de mercado.