Por: Tomás Bulat
Comenzó el lunes el segundo semestre del año y la economía entra en una nueva etapa. Atrás queda un mejor semestre comparado con el del año pasado, gracias a los dos sectores dinamizadores de la economía que son el campo y el sector automotriz.
Esta dinámica difícilmente continúe para este segundo semestre, ya que la cosecha de maíz y soja se levantó y la de trigo que comienza ahora es menos importante (no más de 10/11 millones de toneladas contra 75M de maíz y soja).
Por otro lado, el sector automotriz ya no tendrá una importante recuperación respecto al año anterior, ya que tuvo un muy buen segundo semestre en el 2012.
Razonablemente el gobierno quiere darle un empujón a la economía local antes de las elecciones y es por eso que apuesta a que haya más liquidez (más plata) para incrementar los niveles de consumo, pero no quiere hacerlo sólo de pesos, sino también de dólares.
La diferencia es que con los pesos no hay problemas para imprimirlos; de hecho, en la última reunión del directorio del BCRA se decidió que el banco le pase 10.000 millones de pesos al Tesoro. Pero los dólares todavía no los podemos imprimir, al menos no legalmente. Esta situación hace que el gobierno haciendo uso de todo su ingenio, genere los CEDIN, es decir, una cuasimoneda en dólares que -en teoría- serviría cada vez para más cosas y con la cual tratará de reactivar algunos sectores económicos que la mayor emisión en pesos no toca.
Lo interesante es que de esta cuasi moneda no sabremos cuánto será el monto circulando, porque se supone que se crea todos los días a medida que se blanquean dólares, del mismo modo que se destruyen todos los días, a medida que se cobran. Por lo tanto, el stock de Cedines será una información necesaria para saber cuánto de respaldo hay, aunque aún no queda claro quién dará esa información (y si lo harán).
Hasta cuándo…
Cuando analizamos los problemas de la economía argentina, resulta evidente que con la actual abundancia de liquidez no se resolverá ninguno de raíz, no obstante, puede otorgar un alivio de corto plazo. Es decir, este mayor nivel de actividad y de consumo -que incluye importantes subsidios a la clase media que le es esquiva al gobierno, los cuales van desde viajes al exterior a tipo de cambio oficial más el 20%, autos importados, hasta la luz, el gas o el transporte, entre otros- tiene un creciente costo en divisas.
Este modelo de seguir empujando el consumo para dar un respiro de corto plazo sólo tiene una contra no menor: la cantidad de dólares que tiene la economía en su conjunto sigue cayendo todos los meses y la tendencia es a seguir haciéndolo.
Por lo tanto, cabe esperar que en estos cuatro meses más allá de estar viendo las encuestas y siguiendo las proyecciones de votos, prestemos atención a los pesos y cedines que crecen y los dólares que bajan.
Después de octubre se tendrán los votos, y los mismos problemas que tenemos hoy: inflación, baja inversión, nula creación de empleo y poca competitividad. Muchos desafíos a cumplir con solo emitir papeles.