Por: Tomás Bulat
Las elecciones de las PASO son una gran encuesta nacional que no cambia mucho el poder formal presente, pero que sí modifica las expectativas y –definitivamente– las conductas económicas.
El gran derrotado de las PASO es el equipo económico. Todas las medidas adoptadas sólo han generado más problemas que soluciones. El cepo cambiario, la inflación, las restricciones a las importaciones, el impuesto a las ganancias, y la falta de creación de empleo muestran lo que la gente entendió muy bien. Que la economía no va a ningún lado.
A estos problemas que mencionamos, las respuestas del gobierno fueron la Supercard para la inflación, los Cedines y Baade para los dólares, el Procrear y el acuerdo secreto con Chevron como fallido intento de reactivación economía. Lo cierto es que ninguna medida logró tener efecto significativo en alguno de los sectores.
El gobierno nacional tenía una agenda virtual más que real, y eso se vio reflejado en las urnas. La falta de identificación con la realidad terminó poniendo al gobierno frente a una realidad que no miraba: la gente vota según lo que le pasa y no lo que le dicen que les pasa.
El cambio, pero no todavía
Como era de esperar -en economía siempre la previsibilidad es importante- el gobierno va a ir por más sin mirar a quien ganó. Por lo tanto, hasta octubre se vienen medidas económicas de más de lo mismo. Esto se entendió claramente luego del discurso de la Presidente. “Hay que redoblar los esfuerzos”, dijo.
El problema ahora no se limita a las órdenes que van a salir desde el gobierno, sino a quienes las van a obedecer. Las rentabilidades de muchas empresas están ya en límites que no son sustentables y las restricciones a las importaciones ponen en jaque su operatividad.
El gobierno podrá insistir con más restricciones al dólar o al sistema financiero, pero ayer perdió definitivamente la autoridad política para llevarlo adelante. Estas nuevas restricciones tendrán el mismo problema que antes. No lograrán ningún efecto y ahora, difícilmente, la tengan luego de la derrota electoral.
Moreno corre el riesgo de padecer el fenómeno del divorciado. Mientras estaban casados uno de los miembros de la pareja podía dar órdenes y el otro obedecer, pero una vez divorciados, podrán seguir gritándose más órdenes, la diferencia radica en que ya nadie las acata.
Y ese tema no es menor. El interlocutor que se siente con Moreno, hoy, ya lo hará de manera diferente. Ya no va a poder solo imponer, va a tener que ofrecer incentivos, sentarse a negociar, y eso obligará a mirarse para adentro. Quizás hasta se logre corregir lo que se viene haciendo mal.
No se trata de convicción, sino de necesidad. No es de extrañar que los pases de facturas entre los 5 principales responsables de conducir los destinos económicos, comiencen a crecer luego de este 11 de agosto.
La oportunidad
Hasta octubre habrá más de lo mismo. Todos los desequilibrios económicos seguirán creciendo, por lo que es un buen momento para hacer lo que hace mucha gente. Quienes puedan, aprovecharán las oportunidades que brinda este modelo:
- Seguir comprando los viajes al exterior del año que viene
- Comprar el auto importado
- Comprar maquinarias, camiones o tractores
- Cobrar deudas en pesos, si las hay
- Tomar préstamos en pesos a 5 años a tasa fija
- Comprar bonos dolarizados.
Porque la economía argentina va a cambiar luego de las elecciones de octubre. No creo que inmediatamente, ya que no habrá voluntad de hacerlo, pero está claro que este modo de gestionar la economía ya no convence a nadie y no logra ningún objetivo.
El cambio de gabinete económico surgirá como una necesidad si el gobierno quiere recuperar parte del electorado perdido.
Por lo tanto la economía cambiará y, probablemente, en el corto plazo no será fácil, pero en el mediano plazo será para mejor.