Por: Vanina Biasi
El 11 de marzo, 7.800 trabajadores en actividad, de los 13.000 que trabajan, y 750 jubilados empadronados estarán en condiciones de votar en las elecciones generales del gremio de los trabajadores no docentes de la UBA, Apuba.
El Frente de Recuperación Gremial, encabezado por la Agrupación Bordó (PO), junto a la agrupación No Docentes de Base y la René Salamanca, se presentará para dar pelea a la burocracia sindical del gremio, famosa por su patoteada a estudiantes, cómplice y ejecutora del derrumbe de la universidad y de las conquistas de los trabajadores.
La lista de oposición será encabezada por quien escribe, Vanina Biasi, delegada general de la comisión interna de la Facultad de Ciencias Sociales, y el enfermero del Hospital de Clínicas Gabriel Beati, ambos de la Bordó.
Desde hace 20 años, Apuba tiene la misma conducción al mando de Jorge Anró, un dirigente de extracción peronista que logró ganar el gremio en 1994 bajo un ropaje moderadamente combativo y que luego arrasó con cualquier expresión de democratización sindical e intercambio y consulta a los trabajadores. La base de su poder reside en su sometimiento a los rectores y gobiernos de turno: fue menemista, al tiempo que mantenía una íntima sociedad con el radical Shuberoff, y tuvo sus privilegios con De La Rúa. Un miembro de su directiva, el radical Marcelo Distéfano, se tomó licencia para ocupar un cargo en el Ministerio de Trabajo de Flamarique, o sea que formó parte de la gestión de la “Ley Banelco”.
Luego de asumido Kirchner, y como era de esperar, Jorge Anró se pasó al kirchnerismo y por supuesto fue un espadachín fundamental de los rectores que sucedieron al radical.
La directiva hoy está pintada ante las negociaciones de paritarias y responde verticalmente a los acuerdos que hace UPCN (que dirige la paritaria del Frente de Gremios Estatales), ha sido la protagonista necesaria del desguace edilicio de toda la UBA y del vaciamiento en el área de Salud. Gracias a la acción de esta conducción dentro del Hospital de Clínicas, el hospital escuela más grande de América Latina ha pasado a ser una cáscara vacía que se derrumba cada día más, sin insumos, con una pérdida creciente de aparatología y una burocracia que protege el accionar delictivo con sus patotas.
La burocracia fue protagonista de la firma de un convenio a la baja, que produjo la pérdida de conquistas como el porcentaje de antigüedad que se cobra por año, que sufrió una reducción, o el desmantelamiento del tipificador de funciones, que habilitó la polifuncionalidad, un principio que mantuvieron las reformas de los convenios que provenía del menemismo en la “década ganada”.
El gremio ha sido un aliado sistemático del Rectorado (el kirchnerismo, el radicalismo y el PRO, que son quienes dirigen la UBA) en la pelea por mantener el sistema de gobierno antidemocrático en el que ni siquiera participa de forma orgánica el sector no docente.
El desafío del Frente de Recuperación Gremial está a la vista. Participamos de este proceso electoral librando una batalla por la reapertura de las paritarias, el 82% móvil y las condiciones de trabajo. Por frenar la privatización que, sobre todo en el ámbito de la salud, ha provocado el derrumbe total de nuestras fuentes de trabajo. Esta lucha es un aporte desde el sector no docente, a la lucha de AGD y la Fuba y al crecimiento en nuestro país de listas para acabar con la burocracia sindical.