Por: Vanina Biasi
La modalidad que asumirá el ajuste contra las mayorías populares es el único tema que saca el sueño a oficialistas y opositores. La oposición representa a un sector de la burguesía que reclama un acto de cirugía mayor, devaluacionista e inflacionaria. El gobierno pretende reconquistar a este sector, ofreciendo una forma más edulcorada de aplicar políticas que pulverizan el poder adquisitivo de las mujeres trabajadoras y de todos los trabajadores en general. Luego de haber vaciado las arcas del ANSES y el tesoro nacional para pagar una deuda externa que hoy es mayor a la que había en 2003, el gobierno ha decidido reiniciar un período de endeudamiento internacional que nos llevará a un agravamiento de las condiciones de vida de los trabajadores.
Las reivindicaciones de las mujeres han quedado totalmente relegadas: la asignación universal por hijo no es universal y fue devorada por la inflación, la mujer accede fundamentalmente a trabajos precarios, la ley de violencia de género, que ignora muchos aspectos de la violencia institucional contra las mujeres jamás fue financiada, la ley de trata, que el gobierno sólo aceptó modificar en medio del escándalo por las absoluciones en el caso Marita Verón, nunca fue reglamentada. Las reiteradas denuncias sobre casos de mujeres desaparecidas, la incapacidad del estado para encontrar a las Maritas, a las María Cash y a cientos de mujeres desaparecidas, ha revelado la falsedad total del discurso que pretendía que con la eliminación del rubro 59 se combatía la trata, una verdadera falsificación sólo pensada para encubrir el delito. Luego de cuatro años y medio de ley de trata de personas, la esclavitud sexual y laboral no ha sido afectada en nada y los funcionarios policiales y políticos implicados no han sido siquiera molestados. El trabajo para tender un manto de impunidad en este terreno ha sido tejido desde las esferas más altas del poder político.
Sobre el final de la campaña el candidato kirchnerista por la CABA, Daniel Filmus habló de reglamentar el aborto no punible. Lo único que explica estas palabras de parte de un representante político de una fuerza que ha rechazado tratar siquiera los proyectos de legalización en el congreso, es que el electorado capitalino se inclina mayoritariamente por el respeto de la decisión de las mujeres y de forma amplia o restringida aprueba el derecho al aborto. Una verdadera hipocresía de parte del espacio kirchnerista.
En otras latitudes, el candidato kirchnerista por Salta sobre el tramo final de la campaña, ratificó su profesión de fe contra las mujeres, su voluntad de violentar la decisión de la Corte Suprema y su política clerical y salió al ataque del Partido Obrero por su defensa del derecho al aborto, junto con el retrógrado Olmedo y el propio Obispo de Salta. Creían interpretar el sentir popular con sus escandalosas declaraciones derechistas. Se equivocaron, el pueblo de Salta votó masivamente al Partido Obrero y colocó en primer lugar de la elección de Salta Capital ni más ni menos que al partido que defiende el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, coincidiendo o no con este planteo tan manoseado y tergiversado desde el gobierno y la oposición burguesa.
La reforma del Código Civil y Comercial representa un retroceso porque está escrito sobre la base de un acuerdo institucional con el lobby católico y porque incluso la formulación del lugar legal que ocupan los embriones no sólo aleja la posibilidad de la legalización del aborto sino que también obstaculiza la posibilidad de acceso a tratamientos de fertilización asistida.
En estas elecciones casi un millón y medio de personas “saltaron el cerco” y dieron una señal de alerta al régimen social que pretende descargar el ajuste sobre nuestras espaldas, votando al Frente de Izquierda. Las mujeres debemos todas saltar el cerco y exigir la aprobación de cada una de nuestras demandas como lo que son, cuestiones de vida o muerte. Para el Plenario de Trabajadoras el XXVIII Encuentro Nacional de Mujeres, que se desarrollará entre el 23 y 25 de noviembre en la ciudad de San Juan, debe ser una oportunidad para declarar nuestro compromiso de no permitir que la agenda de las mujeres sea relegada a un segundo plano en ningún ámbito. Ni en el Congreso ni en las calles. A organizarnos para luchar por lo nuestro.