Por: Adam Dubove
“Más que en cualquier otro tiempo de la historia -dice Woody Allen– la humanidad se encuentra ante una encrucijada. Una senda lleva hacia la desesperación y a la total desesperanza; la otra, hacia la extinción total. Recemos para que tengamos la sabiduría de escoger correctamente”. Es probable que, después del tan comentado cierre de listas de candidatos para las elecciones a senadores y diputados nacionales del próximo octubre, muchos argentinos estén de acuerdo con la frase del cineasta norteamericano.
Mucha discusión hubo alrededor de la conformación de las listas de candidatos, especialmente en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires, bastión fundamental en el que todos los políticos con aspiraciones presidenciales quieren hacer pie de una u otra manera. Todos los días, una decena de columnas de opinión y noticias de los principales medios intentan dilucidar una serie de incógnitas que plantea cada previa al acto eleccionario. ¿Será Massa un caballo de Troya que habilitará la reforma constitucional que tanto ansía Cristina Kirchner? ¿Cómo votará el indescifrable electorado de la Ciudad de Buenos Aires? ¿Cuál será el desempeño del Frente para la Victoria después de la masacre de la Estación Once, las inundaciones en La Plata y los casos de corrupción que salen a la luz casi a diario? Las preguntas abundan, y las respuestas escasean.
Es verdad que esta elección es especial; las ambiciones reeleccionistas de Cristina Kirchner le imponen un desafío a la clase política que, de honrar su palabra respecto de su compromiso con las instituciones republicanas, debería hacer todo lo posible para impedir una reforma constitucional que habilite su re-reelección.
El asunto ni siquiera es sobre una eventual re-reelección. La semana pasada, el vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, dijo: “Vamos a ir por 100 años más de este proyecto”. En el mismo sentido, algunos años atrás, la diputada Diana Conti, estalinista confesa, aseguró que su proyecto era de una “Cristina Eterna”. Un poco más humilde, pero con el mismo grado de megalomanía expuesto por sus colegas, el entonces jefe de Gabinete y ahora senador Aníbal Fernandez afirmó que el ciclo kirchnerista terminará dentro de 60 años.
Sin dudas, la gran mayoría de los candidatos de la oposición buscarán frenar los delirios kirchneristas que traen reminiscencias al Reich de los mil años que había propuesto Adolf Hitler, pero no lo harán por su adhesión a los valores republicanos o su defensa de los derechos individuales de la gente. La razón por la que tienen que detener el proyecto reeleccionista es sencilla: si Cristina Kirchner continúa ocupando el sillón de Rivadavia, significará que no son ellos los que ostenten el poder. Así funcionan los políticos profesionales.
Una vez resuelto el enigma acerca de cómo se desarrollarán las elecciones y quiénes serán los ganadores y perdedores, se podrá comenzar a saber si la posibilidad de una reforma constitucional sigue latente o el proyecto de “Cristina Eterna” quedará sepultado bajo los escombros que va dejando su gestión.
Éste es, básicamente, el eje sobre el que se está analizando cada una de las candidaturas legislativas: si colaborarán en consolidar los cien años que augura Mariotto o serán los que en 2015 digan “hasta acá llegaste”. Sin embargo, este análisis deja de lado un montón de variables que van más allá del sí o no a la rere. ¿Cuáles son las propuestas de los denominados opositores? ¿En qué se diferencian del actual gobierno? ¿En qué se parecen?
Dentro de los opositores hay una fauna muy diversa de candidatos. En Capital, por ejemplo, podemos mencionar a “Proyecto Sur” y “Libres del Sur” (ambas agrupaciones participarán de las internas del Frente UNEN), el primero encabezado por Fernando “Pino” Solanas, que entre sus propuestas programáticas incluye “el cese de la circulación de moneda extranjera”, aumento de impuestos, la estatización del comercio exterior, incluido el sector agrario, y que no ha dudado en apoyar la expropiación de YPF, al igual que Victoria Donda, de Libres del Sur, quien además no ha dudado en sostener que para evitar más muertes producto del control estatal de los trenes es necesario que haya una mayor intervención del Estado. Por último, Donda, a pesar de la imagen rebelde que intenta transmitir a través de los medios, no abandona el paradigma del fascismo predominante en la política argentina, cuando propone que la educación tenga como finalidad formar “sujetos para la nación”, considerando que el individuo es tan solo un medio para los fines de los demás.
La Unión Cívica Radical no nos trae sorpresas, y renueva su centenaria tradición de promover la expansión del Estado en desmedro de la sociedad civil. Con un Estado elefantiásico, la UCR solo dice que puede manejarlo mejor. Haciendo honor a esta tradición, Ricardo Alfonsín, candidato en la Provincia de Buenos Aires, dijo que “también mata la asignación incorrecta de los recursos. Los miles de millones de recursos que se gastan en la provincia de Buenos Aires y en el gobierno nacional que no se asignan a las cuestiones prioritarias de la gente”. De esta manera, se volcó al tan errado diagnóstico estatista que cree que el problema no son las políticas económicas inviables, sino las personas que las aplican. O, como se suele decir, “esta vez va a salir bien”.
El PRO, por su parte, no ha demostrado ser muy distinto en su gestión de la Ciudad de Buenos Aires. Es así que Mauricio Macri se ha alineado a las políticas económicas a nivel nacional, aumentando impuestos e incrementado el entramado regulatorio. Sus éxitos son superados ampliamente por sus fracasos e indefiniciones.
Finalmente, poco se puede decir acerca de todos los candidatos opositores que pertenecen al partido gobernante. Nunca más precisa es la definición borgeana de los peronistas como “incorregibles”. Su responsabilidad en llevar al país a la situación que se encuentra en la actualidad es evidente, y los votantes que buscan en el peronismo un cambio no harán más que reafirmar la frase de Albert Einstein respecto de que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
El circo de las elecciones ya está montado. En breve, las 24 horas de la pantalla estarán pobladas de cobertura de actos, entrevistas y spots publicitarios en los que cada uno de los candidatos intentará venderse como la mejor alternativa; un triunfo de la oposición probablemente nos salve de una reforma constitucional que perpetúe a Cristina Kirchner, pero nos salvará de eso y de nada más.