Diecinueve muertos en 36 días. Y nadie hizo nada. Peor aún. Los políticos siguen enfrascados en sus internas, cada corporación en su reclamo sectorial y los estudiantes en plan de lucha por un quiosco. Caso a caso, una tragedia se desarrolla en el país real mientras en el escenario público los dirigentes se dan réplicas de opereta. Y no se trata sólo de la indiferencia de las autoridades. En la Argentina proliferan las agrupaciones políticas, las organizaciones sociales, los sindicatos, las federaciones, las cámaras… Tampoco ellos se sintieron interpelados. El pasado 21 de junio, cuando la Gendarmería fue enviada a las plantas de combustible del Conurbano para sortear el bloqueo decretado por el gremio de Camioneros, Pablo Moyano sugirió que en vez de estar allí fuesen a cuidar la vida de los argentinos que están a merced de la violencia delictiva. Pero ahí quedó la cosa. Días después, en la Plaza de Mayo, el acto no abarcó más reivindicaciones que las gremiales. Tampoco allí se habló de las consecuencias del flagelo de la criminalidad para los trabajadores. La ola de toma de colegios en la Capital Federal pudo haber causado alguna ilusión. Después de todo, la juventud suele estar a la vanguardia de las luchas. Pero los “pibes para la liberación” están inmersos en un combate por la estatización de los puestos donde compran el pancho y la coca. Y para ello no se andan con chiquitas. A la acción directa sin más trámite. Ayer también, el anuncio de la cadena nacional generó unos instantes de expectativa. Porque ¿qué otro tema fuera de esta crisis de inseguridad podía justificar la apelación a mecanismos de comunicación pública urgentes? ¿Para qué hablarles a los argentinos sino para anunciarles que se decreta la emergencia en seguridad y que se reunirá toda la materia gris posible y todos los instrumentos del Estado –nacional y provincial– para la solución de este problema? En cambio, asistimos a la cruda exhibición de una interna cuya variable de ajuste es la vida de los argentinos porque ninguna de las partes involucradas está preocupada por la inseguridad, así declamen lo contrario. Y la oposición, ¿a qué se opone? ¿Acaso se muestra más sensible a este drama que la administración a la cual critica? Como dijo el padre de un hombre que agoniza tras ser baleado en una “entradera” en San Justo, lo que vivimos “no es inseguridad, es la seguridad de que nos la van a dar”. A nadie le importa que maten a los argentinos. Periodista, licenciada en Historia