Jean-Paul Brighelli, maestro y profesor francés de primaria y secundaria, escribió un libro titulado La fábrica de cretinos, una verdadera requisitoria contra las nuevas teorías pedagógicas y (no) disciplinarias que, so pretexto de respetar a los niños, los han privado de su principal derecho: aprender. Con el remanido argumento de que “los niños se aburren en la escuela” se han vaciado de contenido los programas y se ha renunciado a la mejor herramienta contra el tedio que idiotiza a los alumnos: el conocimiento. Con la demagógica afirmación de que “el niño está en el centro del sistema” o de que “el alumno construye su propio aprendizaje” se anula la razón de ser de la Escuela, un sitio de transmisión del saber, y se aniquila la autoridad del maestro al desdibujar su rol de enseñante. En medio de