Por: Claudia Peiró
Esta semana se cerró con una buena noticia: la de que la Real Academia Española (RAE) está a punto de dar marcha atrás ante el fuerte incumplimiento de algunas de las facilidades ortográficas que anunció en la última edición de su Ortografía, en noviembre de 2010, y que, en mi opinión, no sólo carecían de lógica, sino que atentaban contra la buena lectura. Me refiero al permiso para dejar de acentuar sólo -aunque signifique solamente, es decir, dejar de usar la tilde que lo diferenciaba del adjetivo solo-, los pronombres demostrativos éste, ése y aquél, y los monosílabos como guión y truhán, entre otros relajamientos de las normas.
El miércoles 9 de enero, Salvador Gutiérrez, miembro de la RAE, admitió que la mayoría de las personas -y en especial algunas reconocidas plumas de la lengua española- habían hecho caso omiso de las autorizaciones dadas por la RAE para dejar de lado normas ortográficas tradicionales. Y hasta aceptó que podrían dar marcha atrás.
Entre los que hicieron público su desafío, se encuentran Javier Marías, Arturo Pérez Reverte, Antonio Muñoz Molina, José Emilio Pacheco y el poeta Antonio Colinas.
Sin pretender compararme con ellos, vivo esto casi como una victoria personal porque estas nuevas disposiciones me resultaron demagógicas y hasta antiestéticas. Y detrás de una pretendida búsqueda de practicidad en el fondo se generaban más problemas.
Seguí -sigo- acentuando los pronombres demostrativos. Y que me perdone la RAEsi me parece, además, que Papa debe ir en mayúscula cuando nos referimos al jefe de la Iglesia Católica, en especial cuando no va acompañado del nombre, a no ser que queramos confundirlo con un tubérculo. Que me perdone si considero un grave error la decisión de unir el prefijo ex a la palabra. ¿Por qué se les ocurrió esto? ¿Qué problema tienen con el guión o el espacio en blanco?
Aceptar esta norma implica crear de un plumazo cientos y cientos de palabras nuevas: exsenador, exsecretario, expresidente, exesposa, exmarido, exmaestra, exnovio, examiga, examante, exoficio… (a las cuales el ojo deberá acostumbrarse), además de generar confusiones como no saber si un expreso es un café o un prisionero que ya no es tal, o cacofonías como exexiliado. O, si leemos rápido, creer que un examinador es un exanimador; una confusión que se puede dar con las palabras que realmente empiezan con ex, que son muchísimas: por ejemplo, exacción o exacta.
Y cuidado, que acá estamos en un terreno diferente al de sólo y solo. Esta última era una recomendación; lo de ex era una norma obligatoria. Ex, para la RAE, debe ir pegado a la palabra. Pues bien, me declaro en rebeldía. Tengo a mi favor que todavía no se ha actualizado el software y por lo tanto exesposa queda subrayado en rojo, como corresponde. Y así las demás. Adhiero en esto a las objeciones de Julián Marías.
El principal problema de esta norma es que parece ignorar cómo lee el ojo humano (en realidad, el cerebro). Cuando me enteré de estas decisiones de la RAE, me pregunté: ¿acaso estos señores no leen de corrido? Cuando dominamos la lectura, reconocemos palabras o grupos de palabras, nadie lee letra a letra, “vemos” la forma de la palabra y listo; por eso circula en internet una suerte de prueba [1] que demuestra que, si desordenamos las letras de las palabras, pero conservamos la primera y la última, igual las podemos leer, porque nuestro cerebro “reconoce” la silueta de la palabra y rellena lo que falta. La norma de unir el prefijo ex atenta contra ese hábito porque, al alterar el comienzo del vocablo, cambia la forma de palabras que nos son familiares hasta el automatismo, salvo que estemos aún en la etapa del silabeo (6 años).
Misma observación vale para las tildes. Obviarlas genera confusión.
Ni hablar de la pretensión de castellanizar los nombres propios: la RAEquiere que escribamos Catar en vez de Qatar, o rali (sic) en vez de rally. En este caso es sugerencia, de modo que no estamos en falta si no cumplimos. Es cierto que, estrictamente hablando, Qatar no es castellano, y en español la doble ele no se pronuncia como en inglés. Pero esto implica desconocer que los lectores ya están familiarizados con estos nombres propios o palabras extranjeras -especialmente en estos tiempos virtuales- y por lo tanto les costará reconocerlos cuando cambiamos de este modo su grafía. ¿Es lo mismo quórum que cuórum? Es una desconsideración hacia la geografía y hacia la etimología.
Demagogia
Es también una manía muy española, muy europea incluso, que deriva del “ombliguismo” cultural. En América latina, donde reside la mayoría de los hispanohablantes, no tenemos esa costumbre: nuestra mentalidad más abierta nos permite aceptar los nombres extranjeros con su grafía y no equivocarnos. Hay excepciones, por supuesto, pero por lo general son fruto de un largo tiempo de uso y sobre todo de la masificación. Por ejemplo fútbol, que ya casi nadie en español escribe football, pero se trata de un deporte que ya es nuestro.
La ortografía es un código de comunicación. Modificarlo mete ruido en la línea. Salvo que se trate de reconocer una práctica ya masificada. No es el caso de los últimos cambios que quiso imponer la RAE.
Siento más bien un tufillo a facilismo. El mismo que llevó a la Academia a dar su respaldo a un “manual” sobre escritura en internet (Escribir en internet: guía para los nuevos medios y las redes sociales) que llega a recomendar el no uso de tildes. Lo curioso es que, pese a promover la castellanización de los nombres propios extranjeros (como llamar Catalina a Kate Middleton) la RAE avala a través de ese manual el uso de abreviaturas del inglés, como FYI (for your information, para su información); TKS (thanks) y LOL (laughing out loud, reír a carcajadas). ¿En qué quedamos?
Hay una demagogia a la que le gusta denostar la ortografía. Han incurrido en ella nombres tan conocidos de la literatura como Domingo Faustino Sarmiento, Juan Ramón Jiménez y, más cerca, Gabriel García Márquez.
Si el ser humano puede aprender códigos y sistemas lógicos, desde las reglas de un deporte o de un juego de mesa hasta la tabla de elementos o la aritmética, ¿por qué pensar que no puede aprender la ortografía? Es un aprendizaje que, como todos, ejercita la mente y, por lo tanto, facilita la adquisición de otros saberes más complejos.
¿Es mucho pedir que, para colocar una tilde, una persona se pregunte si el solo que acaba de escribir es o no equivalente a solamente? ¿O si el aun en la frase que está redactando significa incluso o todavía? Discernir si este está en función de pronombre o de adjetivo demostrativo, ¿implica un gran desgaste neuronal? Proteger a las personas de ese esfuerzo mental es como sugerir a un atleta que utilice menos músculos. Si elogiamos la destreza de un deportista, su excelencia, su “genio”, ¿por qué criticamos la perfección del idioma, la prolijidad y el cuidado del detalle al escribir?
Unos tendrán “buena” ortografía, otros “mala”, así como unos son buenos jugadores de fútbol y otros no. Lo que no podemos es nivelar para abajo.
Así que reitero mi exhortación: vayamos por más. Sigamos escribiendo “ex ministro” y no “exministro”, acentuando la o cuando va entre números (1 ó 2, y no 1 o 2), y, dejando de lado la iconoclasia, escribamos Papa y Rey.
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[1] Dos ejemplos de lo dicho más arriba
1. Este párrafo puede leerse aunque las letras estén desordenadas, siempre que la primera y la última no se hayan movido
“Segeun un etsduio de una uivenrsdiad ignlsea, no ipmotra el odren en el que las ltears etsan ersciats, la uicna csoa ipormtnate es que la pmrirea y la utlima ltera esten ecsritas en la psiocion cocrrtea. El rsteo peuden estar ttaolmntee mal y aun pordas lerelo sin pobrleams. Etso es pquore no lemeos cada ltera por si msima snio la paalbra cmoo un tdoo. Pesornamelnte me preace icrneilbe…”.
2. En este caso, se han cambiado algunas letras por números que se les parecen, si desciframos la primera palabra, luego el cerebro reconoce las demás, por fisonomía.
C13R70 D14 D3 V3R4N0 3574B4 3N L4 PL4Y4 0853RV4ND0 D05 CH1C45 8R1NC4ND0 3N 14 4R3N4, 357484N 7R484J4ND0 MUCH0 C0N57RUY3ND0 UN C4571LL0 D3 4R3N4 C0N 70RR35, P454D1Z05, 0CUL705 Y PU3N735. CU4ND0 357484N 4C484ND0 V1N0 UN4 0L4 9U3 D357RUY0 70D0 R3DUC13ND0 3L C4571LL0 4 UN M0N70N D3 4R3N4 Y 35PUM4.
P3N53 9U3 D35PU35 DE 74N70 35FU3RZ0 L45 CH1C45 C0M3NZ4R14N 4 L10R4R, P3R0 3N V3Z D3 350, C0RR13R0N P0R L4 P14Y4 R13ND0 Y JU64ND0 Y C0M3NZ4R0N 4 C0N57RU1R 07R0 C4571LLO.
C0MPR3ND1 9U3 H4814 4PR3ND1D0 UN4 6R4N L3CC10N; 64574M05 MUCH0 713MP0 D3 NU357R4 V1D4 C0N57RUY3ND0 4L6UN4 C054 P3R0 CU4ND0 M45 74RD3 UN4 0L4 L1364 4 D357RU1R 70D0, S010 P3RM4N3C3 L4 4M1574D, 3L 4M0R Y 3L C4R1Ñ0, Y L45 M4N05 D3 49U3LL05 9U3 50N C4P4C35 D3 H4C3RN05 50NRR31R.