Impacto económico y social del liderazgo de la mujer en Argentina

Damián Di Pace

En el contexto del Día Internacional de la Mujer elaboramos una encuesta sobre una base de 1.834 casos. El 53% considera que hombres y mujeres no son iguales ante la ley, el 66% opina que las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los hombres en Argentina y el 73% sostiene que hay diferencias entre el hombre y la mujer para acceder a niveles jerárquicos de gestión pública o empresaria.

Además de la cuestión de igualdad en el trato hacia la diversidad de género, ¿qué nos estamos perdiendo los argentinos en este actual escenario respecto de las oportunidades del desarrollo económico y social? De acuerdo con un relevamiento elaborado por la Universidad de Buenos Aires (UBA), seis de cada diez estudiantes son mujeres. Según el Banco Mundial, la tasa de población activa en las mujeres es del 48%, mientras que en los hombres es del 75% en Argentina. No hay que ser magos para darse cuenta de que tenemos muchas universitarias que no acceden en las mismas condiciones al campo laboral y muchas otras que están quedando fuera de oportunidades de crecimiento no sólo para ellas, sino para nuestro país. Básicamente porque todas las mujeres aptas para aportar trabajo para la producción de bienes y servicios en Argentina no lo están haciendo según niveles de eficiencia en la asignación de un recurso tan escaso como la capacidad femenina disponible en nuestro país, pero con poco uso de su potencial.

Algunas economías se preguntan cómo podría incrementarse el PBI de sus países con la incorporación de la mujer en áreas de liderazgo. El resultado fue Japón en un 15%; Egipto, 34%; Emiratos Árabes Unidos, un 12% y Estados Unidos de América, un 5%, entre otras. A su vez, el apalancamiento hacia el desarrollo emprendedor en los diferentes países del mundo vía incorporación de la mujer no es nada desdeñable. Según el Global Entrepreneurship Monitor, mientras la tasa emprendedora masculina es del 22%, para el caso femenino es del 15 por ciento.

De acuerdo con un informe de International Business Report (IBR) de Grant Thornton, la ocupación de puestos directivos en América Latina asciende a un promedio del 18 por ciento. En forma más detallada, en Perú es del 27%; en México, 23%; en Chile, 22%; en Argentina, 16% y en Brasil, 15 por ciento. Estos datos incluso se dan en una región que en los últimos años contó con tres jefas de Estados como Michelle Bachelet en Chile, Dilma Rousseff en Brasil y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina. Al comparar la situación con el promedio en la Unión Europea es del 26 por ciento. Algunos casos son Rusia, 40%; Polonia, 37%; Francia, 33%; Suecia, 28% y Grecia, 27%.

Sin embargo, la incorporación de la mujer en áreas de liderazgo no ha sido sencilla. Christine Lagarde es la primera mujer en la historia en dirigir el Fondo Monetario Internacional y recientemente renovada en el cargo. No obstante, el womenomics (término incorporado por Goldman Sachs en 1999 sobre la inclusión de la mujer) no logra ser espejo de liderazgo en el sector financiero, ya que de los 177 presidentes de bancos centrales a nivel mundial sólo 17 son mujeres.

Al evaluar las iniciativas pendientes de tratamiento en Argentina respecto de la diversidad de género, en orden de prioridad, de acuerdo con lo encuestado, surgieron los siguientes resultados: 35% de apoyo durante la maternidad, 21% en política salarial igualitaria, 15% de participación de la mujer en cargos públicos o privados, 11% en incentivos a la capacitación técnica o profesional, 8% de flexibilidad horaria, 5% en políticas de ascenso, entre otras. Respecto del reclamo top entre las mujeres referente a la maternidad, para el Grupo Rhuo, acceder a un puesto o lograr un ascenso laboral se reduce para el 68% de las mujeres argentinas si tienen un hijo menor de cinco años. Mientras en los países nórdicos no sólo está bien visto tener hijos, sino que hay apoyo del Estado para que se geste. En Suecia hay 16 meses de baja maternal y paternal en la que reciben el 80% de su sueldo, dos meses son para la madre, dos para el padre y los doce meses restantes, a dividir entre ambos, según consideren oportuno. Si después del casi año y medio de cuidado del hijo el padre o la madre deciden que no quiere volver al trabajo, el Estado sueco paga a la familia 300 euros al mes. Suecia destaca por ser uno de los países de la Unión Europea con una mayor tasa de fertilidad, cercana a los dos hijos por mujer (1,7).

El segundo reclamo más citado en Argentina es de una política salarial igualitaria, donde hay una brecha promedio entre el hombre y la mujer del 27 por ciento. Para el caso de Estados Unidos, se espera que la brecha comience a cerrarse hacia el 2050. Sin embargo, en América Latina aún faltan muchos metros por recorrer para alcanzar la meta de igualdad salarial. Sin la labor de las madres solas pobres jefas de hogar, la pobreza sería por los menos un 10% mayor en el ámbito urbano y del orden del 7% en el rural en la región, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Son cifras alarmantes sabiendo que vivimos en una región donde una de cada tres personas es pobre.

Al pensar en políticas para revertir estos datos, las actividades de concientización son claves. Así como “Ni una menos” sirvió para insertar la problemática de la violencia de género, varias organizaciones no gubernamentales se encuentran involucradas en generar cambios a futuro respecto del actual presente, como la Fundación para el estudio e investigación de la mujer (FEIM), ocupada en defender sus derechos, la Unión de Mujeres Argentinas (UMA) en el campo popular de los derechos femeninos, Mujeres en Igualdad (MEI), que trabaja sobre la violencia de género y la discriminación o el sector de mujeres de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) en el ámbito empresario pyme.

Es decir, la mujer se la tiene que creer más, las organizaciones públicas y privadas deben promover esa creencia social, los Estados, generar nuevas políticas y legislación inclusiva y los resultados demostrarán la importancia económica y social en nuestro país de un trato igualitario.