La economía que viene

Daniel Sticco

Pasadas las primeras 72 horas de la gran encuesta nacional sobre las tendencias del electorado para renovar parcialmente las cámaras legislativas del Congreso Nacional, junto a la que tendrán lugar en varios distritos provinciales, no se advierten signos del Gobierno de los pasos a seguir. Todo lo contrario.

Es posible que se tome estos pocos más de dos meses que restan para las elecciones nacionales decisivas para definir ajustes, o continuar con más de lo mismo, si es que banqueros, gremialistas e industriales aceptan el debate que propuso Cristina Kirchner en Tecnópolis y no logran justificar las debilidades que ven en el modelo.

En el sector privado no existe ese margen de maniobra y por tanto las empresas y los bancos, en particular las multinacionales y filiales de casas radicadas en el resto del mundo, ya están haciendo ajustes en las bases de sus presupuestos para lo que queda del año y en particular para el próximo.

Entre los lineamientos que parecen ir ganando consenso aparecen el desdoblamiento del mercado de cambios, la postergación del tratamiento del Presupuesto de Gastos y Recursos para 2014 hasta después del 10 de diciembre y la revisión de los datos de crecimiento real del PBI, seguramente en el curso del año próximo, y la baja de las reservas del Banco Central, como los aspectos más relevantes para la micro y macroeconomía.

Dólar
En el caso del mercado cambiario muchos ensayan un escenario de un tipo oficial para las transacciones comerciales con el resto del mundo y otro libre para el turismo y tal vez para las transacciones financieras (pago de deudas al resto del mundo), al valor que defina el mercado, sin las intervenciones de la AFIP ni del Banco Central.

De ser así se estaría frente a un intento de frenar la sangría de dólares del Banco Central, al elevar considerablemente su precio.

Sin embargo, la historia argentina en la materia enseña que esos procesos suelen ser cortos, sobre todo si no van acompañados por una vuelta a la ortodoxia monetaria y fiscal. Léase austeridad en la expansión del gasto, por debajo del ritmo de crecimiento de la recaudación tributaria. Y también monetaria, emisión contenida y suba de las tasas de interés.

Es que a partir del desdoblamiento del mercado cambiario los agentes económicos, empresas y personas, comenzarán a descontar el tiempo de convergencia del tipo comercial al financiero, fenómeno que se podría atenuar con la suba de las tasas de interés. Ortodoxia pura para un Gobierno que de la heterodoxia ha hecho su bandera en más de una década.

Presupuesto
Las bases que trascendieron hasta ahora son interpretadas como la falta de vocación por reencauzar las finanzas públicas a un escenario donde los precios internacionales para las exportaciones serán muy inferiores a los que predominaron en el último lustro, y por tanto la caja de las retenciones tenderá a licuarse por precio, pero también por cantidades, si no se recompone la rentabilidad del campo.

Tampoco aparece sostenible la estrategia keynesiana de un Estado generador de puestos para absorber los que no genere e incluso destruya el sector privado, dado el clima poco favorable para los negocios que provoca un severo desequilibrio de precios relativos (tipo de cambio comercial, inflación, tasas de interés, tarifas, presión tributaria, salarios y movilidad automática de las jubilaciones, entre otros).

Mientras que la política de desendeudamiento, con exagerado uso de las reservas de divisas del Banco Central tampoco luce sostenible, en un escenario como el descrito precedentemente. Sobre todo porque la asistencia del Banco Central a la Tesorería se mantiene por arriba de 45% de la base monetaria.

PBI
Con semejante combo, los economistas de las empresas comienzan a comprar la idea de que el Gobierno avanzará con la estrategia de acelerar el cambio de precios base del cálculo de las cuentas nacionales, ya que los que rigen de 1993, para las mediciones actuales, han quedado totalmente desdibujados 20 años después.

De ese modo, sospechan que este año podría cerrar con un crecimiento en torno a 4,5/5% que midió el Indec para el primer semestre, pero que podría revisarse hacia fines de 2014 con un aumento más modesto, de menos de 3,26%, para evitar hacer efectivo el pago del cupón PBI de los títulos de deuda que se entregaron con los canjes. Significaría un ahorro entre 3.500 y 4.000 millones de dólares.

Mientras que las proyecciones de crecimiento real para 2014 se ubican entre 3 y menos 1, según la evolución de las cosechas, los precios de las materias primas y el contexto internacional.

El saldo de la balanza comercial continuará licuándose y las reservas de divisas del Banco Central perforarán el piso de u$s30.000 millones, en valores brutos y u$s20.000 M netas de encajes en dólares e instrumentos de regulación monetaria.