Por: Darío Epstein
Los últimos escándalos sobre cuentas offshore y presión mundial sobre paraísos fiscales y cuentas no declaradas nos hacen pensar si la gente se podría volcar, como en tiempos remotos, a ahorrar en el metal precioso por excelencia en lugar de los activos financieros.
La piedra filosofal era una sustancia que, según los antiguos alquimistas, tenía propiedades extraordinarias, algo ansiosamente buscado y codiciado porque se le suponían virtudes maravillosas, como la de transmutar los metales vulgares en oro, lo que permitía no sólo curar algunas enfermedades, sino también otorgar la inmortalidad. El oro se oxida más lentamente que otros metales y si se descubría cómo formar oro a partir de otros elementos, tal vez podrían hacer que el cuerpo mortal se volviera inmortal.
En pleno siglo XXI son otros los motivos por los cuales una persona demanda oro. Ya no se demanda como símbolo de pureza y realeza; sí, obviamente, como reserva de valor. Hoy en día, el oro se utiliza en joyería, industria y electrónica por su resistencia a la corrosión, el calor y la humedad. Es un buen conductor del calor y de la electricidad, y no le afecta el aire ni la mayoría de los agentes químicos. Es por eso que es uno de los metales tradicionalmente empleados en la joyería y para acuñar monedas. Esto ayudado por el hecho de que es el metal más maleable y dúctil que se conoce: una onza de oro (31,10 gramos) puede moldearse en una lámina que cubra 28 metros cuadrados. Como es un metal blando, son frecuentes las aleaciones con otros metales como la plata o el cobre con el fin de proporcionarle dureza (fuente: Gustavo Neffa).
Hoy los países poseen reservas de oro puro en lingotes que dan cuenta de su riqueza, una demanda que ha sido tradicional y que ha quedado del obsoleto patrón oro. Más allá de algún anunciado desprendimiento por parte del FMI para financiar su política de ampliación de capital a países emergentes, para reflejar reciente rebalanceo de poderes entre sus miembros, lo cierto es que los bancos centrales siguen acumulando oro en sus bóvedas.
El oro es el único activo financiero de relevancia que había incrementado su valor hasta el año 2011 unos 12 años en forma consecutiva, inclusive durante el año 2008. De ahí en más, ajustó violentamente hasta diciembre del año pasado, cuando llegó a tocar los 1.046 dólares por onza troy. Con un dólar debilitado y un apetito renovado, recuperó terreno hasta los 1.247 dólares que cotiza el contrato a futuro del corriente mes.
¿Cómo un individuo puede comprar oro? Las variantes tradicionales se resumen en la compra de monedas, barretas y lingotes en las principales casas de cambio y otros lugares especializados. De manera directa, se pueden tener lingotes en custodia por un banco en una bóveda propiedad de la entidad.
En forma alternativa, uno puede ser dueño de onzas del metal a través de la emisión de certificados por parte del banco que realizó la transacción y que certifica en la cuenta del cliente que posee dichas onzas. Por más que quiebre el banco, el cliente posee dicha mercadería y puede reclamar por ella.
Si bien es un excelente activo para protegernos de la inflación en moneda local, tiene dos características negativas: no tiene rendimiento, sólo la apreciación de valor y tiene costos de custodia.
Por supuesto, siempre hay una alternativa, y es tener indirectamente oro mediante la compra del ETF (fondo cotizado en bolsa, por sus siglas en inglés) del oro; que representa una cuotaparte de un fondo constituido alrededor de un fideicomiso que se dedica a replicar el precio del oro (el más líquido y famoso es el GLD). El proceso es el mismo que puede hacer un particular por cuenta propia, es decir, comprar las onzas o complementarlo con la compra de futuros del oro a distintos vencimientos.
En forma indirecta, uno puede acceder al oro a través de las empresas mineras que lo extraen y venden: el más popular es el GDX. Este ETF refleja el desempeño de 31 compañías mineras a nivel mundial. Además de los distintos ETF y ETN (certificado negociable en el mercado) para invertir en el metal en forma lineal y directa, existe asimismo un conjunto de otros metales con sus respectivas estrategias: apalancados, shorteados (vendidos o que replican el movimiento inverso del subyacente), o ambos en algunos casos.
La oferta de oro es la producción de todos los años: a diferencia de los demás commodities que poseen un consumo efectivo, la producción de oro se mantiene como lingotes o joyas. De acuerdo con el World Gold Council, la oferta de oro se redujo 10% en el último trimestre de 2015 en relación con el mismo período del año previo. A su vez, la demanda total de oro aumentó 4% en el mismo período. Fundamentos para una suba adicional no le faltan, ya que fue una de las mejores inversiones del año ajustadas por su volatilidad y elevó casi a 20% su recuperación, luego de tres años de caída ininterrumpida.
¿Por qué entonces sube el precio del oro? A pesar de la ausencia de inflación, la tendencia alcista de largo plazo se encontraría justificada por distintos factores:
1. Composición de las reservas de China: los datos de los flujos financieros externos registran un menor incremento año tras año de las tenencias de bonos de Tesoro de Estados Unidos por parte de China. Estos indicadores podrían estar sugiriendo que el Gobierno de China está cambiando su tenencia de reservas, comprando menos bonos del Tesoro, por un lado, y liberando más dinero para poder acumular commodities, por otro, en especial oro.
2. Desaceleración de la economía mundial y bajo rendimiento de activos alternativos.
3. Crecimiento de la industria de los ETF y ETN.
4. Crecimiento de la producción muy limitado.
5. La Fed señaló que no tiene prisa para aumentar las tasas de interés, lo cual ayuda a corto plazo, aunque a mediano se irá normalizando el ciclo monetario. Es un activo que compite por la tasa de interés siempre, ya que no posee cupones o dividendos asociados.
6. El elemento sorpresa: las dificultades para manejar cuentas financieras offshore. Este último elemento podría (habrá que esperar) afectar la modalidad de ahorro de los inversores por debajo de cien mil dólares.