Por: Diego Guelar
Las señales son todas positivas : el Grupo de los 77+China presentó un proyecto en la ONU para “ elaborar, mediante un proceso de negociaciones intergubernamentales, un marco jurídico multilateral para los procesos de reestructuración de deuda soberana”. Se fija un plazo indicativo de “un año” para “sentar las bases de una Convención Internacional que fije el procedimiento y el porcentaje que tornará obligatoria dicha restructuración” para todos los acreedores.
Por supuesto, no habla de “los buitres” ni del desconocimiento de sentencias firmes ni de la posibilidad de eludirlas por canje de títulos con cambio de domicilios de pago.
El “Caso Argentino” ha sensibilizado al mundo para generar un procedimiento que garantice, por quiebras o dificultades extraordinarias de países que no puedan afrontar sus compromisos externos, un procedimiento de “concurso de acreedores” por el cual una mayoría a determinarse –probablemente el 75%- pueda obligar a la minoría a aceptar los términos de la propuesta de pago del país en crisis. ¡Quién sabe cuáles serán los países que se beneficiarán con esta resolución en el futuro y podrán evitar pasar por lo que nosotros estamos transitando!
El Juez Griesa todavía no declara el “desacato”. Los mercados han reaccionado con prudencia : los bonos argentinos no han bajado su valor y las acciones de empresas argentinas que cotizan en el exterior mantienen o, curiosamente, han aumentado su rendimiento.
China ha abierto un compás de espera antes de mandar los créditos acordados a Argentina a default, como señal de confianza en que todo este entuerto se resuelva entre el fin de año y el inicio del próximo.
El mundo está convencido de que Argentina no va a caer en un segundo default y de que se encontrará una solución negociada para superar esta situación.
Hasta el Papa Francisco ha reaccionado rápidamente invitando a la presidenta Cristina Kirchner a almorzar el próximo 20 de septiembre en el Vaticano.
Todos han puesto su granito de arena para que nuestro país no caiga al precipicio nuevamente.
De lo que no son conscientes los actores mencionados, es que el endurecimiento retórico del gobierno no es una táctica negociadora sino una decisión estratégica de eludir el pago a los holdouts “sine die” basado, justamente, en una mala interpretación de esas señales que, en vez de entenderse como un incentivo para encontrar una vía negociada, son recibidos como muestras de apoyo a la conducta de ignorar las decisiones judiciales adoptadas en New York.
Desde el 2 de Abril, fecha de la ocupación de Malvinas por las fuerzas armadas argentinas, hasta el inicio de las hostilidades, fueron muchas las muestras de apoyo y comprensión hacia la Argentina. EEUU, Perú, España y otros propusieron distintos esquemas de salida, todos bajo la condición de una desocupación inmediata de las Islas.
El Papa Juan Pablo II viajó en persona a Inglaterra-luego iría también a Buenos Aires, al día siguiente del fin del conflicto- buscando un camino pacífico a la solución del diferendo. Y cuando ya las armas hablaban su idioma de muerte, El Papa les daba la extremaunción a los miembros de la junta en un escenario plantado al lado del obelisco.
Más allá del destino de los comandantes, 1000 bravos soldados argentinos perdieron sus vidas en las heladas aguas del Atlántico Sur y otros 350 se suicidaron por el ninguneo y el maltrato sufrido después de la rendición. El país entero sigue cargando con el peso de la derrota.
El “ 14 de junio” del nuevo default se aproxima con su saldo de dolor y frustación que sólo nosotros sufriremos. Los amigos de la ONU, los que nos tuvieron paciencia y los que nos bendijeron o nos tendieron una mano, sentirán que no los hayamos entendido a tiempo, pero seguirán viviendo sus vidas que no se alterarán por nuestro equívoco.
Quizás todavía corrijamos el rumbo y no nos choquemos contra la pared. La esperanza es lo último que se pierde.