Por: Diego Rojas
Villa Río Bermejito es un pueblo que queda en la provincia del Chaco, cerca de la frontera con Formosa, en el noreste lejano del país. Su población no supera los mil habitantes. Como en toda la zona chaqueña, en verano el calor es extenuante y por lo general durante las tardes de la siesta sus calles permanecen vacías, calladas, quietas. El balneario del pueblo suele llenarse de los habitantes de pueblos de alrededor, que instalan sus carpas y autos en el camping. Cada año se realiza allí un festival que da inicio a la temporada de verano. Este enero contaría con la actuación del Chaqueño Palavecino. A disfrutar de ese espectáculo se dirigió la noche del 4 de enero Imer Flores, niño de 12 años. Nunca regresó. Encontraron su cadáver al día siguiente, en el río, desfigurado por los golpes. Imer era miembro de la comunidad qom de ese pueblo.
No es el primer crimen violento que tiene como víctima a una persona qom en Villa Río Bermejito -y a un criollo (término que se usa en la región para denominar a los no aborígenes) como victimario-. El crimen de Imer Flores es el séptimo que se produce en estos últimos años, según contabiliza Edilberto Pérez, líder de la comunidad. Entre ellos, el caso de Alberto Galván, herido y tirado al río donde las pirañas -que huelen la sangre- se hicieron cargo de su cuerpo. O el de Claudio Alvino, que fue invitado por unos criollos a una fiesta y allí apuñalado. O el de Alberto Montenegro, que apareció ahorcado en un árbol y cuya muerte -a pesar de toda la evidencia en contra- fue caracterizada como un suicidio. Entre otros.
Son menos de mil vecinos en Villa Río Bermejito, y las poblaciones criolla y qom tienen un número similar de habitantes. Quizás por eso allí se puedan percibir de manera concentrada las razones y las formas de un “apartheid” que ocurre ahora mismo en el noreste argentino, esa región donde habitan los qom, especialmente en las provincias de Chaco y Formosa.
“Justicia y que hagan derechos para los niños”. Ese es el reclamo de Fariseo Flores, padre de Imer Flores, que expresa con palabras arrastradas y una mirada cansada, abatida. Muestra fotos de su hijo, junto a sus compañeros y solo, vistiendo pantalones de gimnasia. “Le gusta el fútbol -dice en presente-, se junta con sus amigos, no tiene problemas con nadie”. Nino Franco, un criollo del lugar, fue detenido por el crimen. Se sospecha que desquitó la inquina que tenía con los qom descargándola a golpes contra un niño elegido al azar en la fiesta donde tocaba el Chaqueño Palavecino. El niño elegido resultó ser Imer Flores.
El fin de semana estuvimos en Villa Río Bermejito junto al escritor Martín Quintana, de Corrientes, para tratar de percibir las causas y razones de esos crímenes de odio.
En una mesa del hotel de Villa Bermejito -propiedad del secretario de Gobierno del pueblo- unas señoras almuerzan y se refugian del calor abrasante. Al consultárseles sobre los qom -luego de aclarar y perjurar que ellas no discriminan- emiten algunos conceptos sobre aquellos aborígenes. Esto es un extracto de lo que dijeron: “No trabajan, tienen planes, todos tienen planes. Son quedados, son vagos. Con lo que cobran del plan compran motos y celulares. Y qué motos y celulares… El año pasado mataron a un criollo, ¿y el gobierno hizo algo? No. Pero matan a un indio y se mueve todo el gobierno. Nosotros somos los discriminados. Son de otra raza, tienen un olor característico por eso, además siempre hacen fuego. En invierno se les ahuma toda la ropa y eso se huele. En las casas que les dan hasta hacen fuego sobre el azulejo”.
-¿Pero no son trabajadores los originarios? -se les preguntó.
-Los alemanes originarios que vinieron a construir esta comunidad, esos eran trabajadores, no éstos -fue la respuesta.
El intendente Lorenzo Heffner se refirió al asesinato y a los otros crímenes. Sobre Imer Flores aclaró: “Lamentamos esa muerte como cualquier otra, de cualquier raza. Sin embargo quiero aclarar que existe una ordenanza que prohíbe que los menores de edad deambulen de noche”. Heffner fue denunciado en 2006 por discriminación, ya que una veintena de miembros de la comunidad qom aseguraba que el alcalde no los recibía en la municipalidad, sino en la vereda, por ser aborígenes. La Justicia desestimó la denuncia. “Antes los qom eran trabajadores, ahora todo cambió -asegura el representante del Estado en el lugar-. Están influidos por los piqueteros, por abogados que vienen de afuera para influir en sus cabezas. No todos son malos, como no todos los criollos son malos. Los que cortan la ruta y nos cortan la posibilidad de salir de Bermejito son una minoría. Y quedarse horas en la ruta sin poder llegar a sus casas crea enojo en los damnificados. Están provocando una guerra, porque va a llegar el momento en que sí puede crecer el odio y sí puede haber violencia”.
Esos pareceres, los de las señoras -que se expanden al resto de la sociedad- y los del intendente no sólo expresan el racismo que pesa desde hace siglos sobre los aborígenes, sino que son expresiones, también, de una disputa económica agudizada en los últimos años: son la consecuencia de la irresuelta cuestión de la tierra. Los qom provienen de una cultura cazadora y recolectora. El uso que le podrían dar a las tierras con ese tipo de actividades se contrapone a la actividad ganadera o a la expansión sojera. La creciente organización política de la comunidad qom en reclamo de sus derechos también implica el reclamo por la tierra, que se convertiría en improductiva según los cánones más actuales que rigen la agricultura en el país hoy.
El Estado no sólo tiene responsabilidad en estos dos aspectos, sino que promueve de forma activa en la violencia contra los qom. En Formosa en 2010 la represión dirigida por el gobernador kirchnerista Gildo Insfrán contra la protesta por tierras de la comunidad La Primavera se cobró la vida del aborigen Roberto López y ocasionó la muerte de un policía -en represalia por ese fallecimiento, los ranchos de la comunidad fueron quemados, como en una postal de la guerra de Vietnam, por las fuerzas de seguridad -. Al día siguiente un policía atropelló al dirigente qom Mario López y ocasionó su muerte. En 2011 una camioneta atropelló al dirigente qom y militante del Partido Comunista Revolucionario Mártires López en el Chaco. Todos los crímenes permanecen impunes.
La marginación económica y social, discriminación racial y segregación cultural de los qom son responsabilidad del Estado, así como la violencia directa del aparato represivo sobre ellos, replicada criminalmente por la sociedad civil. Depende de la movilización popular y de los esfuerzos de los gobernantes que ese estado de las cosas se transforme.