Por: Diego Rojas
La rosca política tuvo en estos días -y tiene en estas horas finales antes de que suene la campana final del límite para presentar los partidos que intervendrán en las elecciones- picos que podrían haber incorporado las negociaciones finales de candidaturas y de frentes a una postal necesaria para la gran novela argentina. Trascendidos, operaciones, discusiones -de caballeros y de las otras- formaron parte de las crónicas íntimas de los armados de las listas que se presentarán en las PASO en agosto y que meses más tarde, en octubre -más específicamente, el 27, todo un homenaje de las autoridades electorales a “Él”- permitirán que los ciudadanos de la nación renueven el plantel de diputados del congreso nacional y de los parlamentos regionales.
Como novedad en la disgregación del poder K, se confirmó la presentación de una lista impulsada por el intendente de Tigre Sergio Massa, la gran esperanza blanca de la derecha peronista, que sin embargo todavía no definió si él mismo participará como candidato en octubre. En el espectro derechista, continuaban las negociaciones entre el PRO de Mauricio Macri, el empresario Francisco De Narváez, Roberto Lavagna y José Manuel de La Sota para cerrar acuerdos en diferentes distritos, negociaciones de las que no estaban excluidos ni Hugo ni Facundo Moyano, alineados por completo con los sectores conservadores.
El kirchnerismo se presentará una vez más a través del Frente para la Victoria, que aguardará el dedazo definitivo de su conductora, la presidenta Cristina Fernández, para que su mapa de candidatos quede conformado.
Una vez más se presentarán reediciones de la Alianza, que gobernó el país y se fue en medio de la peor crisis de su historia asesinando a 35 personas en una sola jornada. El frente UNEN reúne a la UCR, el FAP de Binner, la Coalición Cívica, Elisa Carrió y Proyecto Sur, entre otros. Decidirán sus candidaturas mediante las PASO, lo cual revela su incapacidad de definir un programa común y candidatos y, en definitiva, un desconcierto que sólo puede terminar en una coalición sedienta de cargos y sin principios de ninguna índole, salvo el de presentarse como una fuerte oposición. En ese frente estriban tanto Fernando Pino Solanas y Victoria “Viki” Donda, quienes se dan la mano con ex banqueros como Alfonso Prat Gay, defensores de la devaluación como el socialista sojero Hermes Binner o Rodolfo Terragno, ex jefe de gabinete del Fernando de la Rúa, aquel presidente que se fue en helicóptero de la Rosada mientras su policía barría a los manifestantes a sangre y fuego aquel 20 de diciembre de 2001.
El poder kirchnerista siempre gustó de presentarse como la izquierda posible, como el progresismo realmente existente y popularizó la expresión: “A nuestra izquierda, la pared”. Un axioma repetidamente desmentido por la realidad y sus circunstancias. Ese sector que se encuentra, según los operadores K, detrás de las paredes, también estuvo -y está- activo en estas últimas horas de incertidumbre electoral.
Claudio Lozano decidió cortarse solo en la ciudad de Buenos Aires, denunciando que Carrió era de derecha y que Pino era funcional al gobierno (sin embargo, el grupo lozanista mantiene el apoyo a Binner a nivel nacional). El sector de Lozano -llamado Unidad Popular y ligado fuertemente a la CTA opositora- decidió armar listas por fuera del nuevo rejunte aliancista y para ello anunció una alianza con Marea Popular, un grupo estudiantil cuyo mayor mérito es dirigir algunos centros de estudiantes de Capital y por ello coconducir la FUBA junto al Partido Obrero. Marea Popular no podría ser considerada como una fracción antikirchnerista ya que sus dirigentes coinciden con el kirchnerismo en que la última fue una década ganada para los sectores populares, tal como escribiera en su revista Martín Ogando, dirigente de la agrupación estudiantil. Al frente de Lozano se intentan sumar los maoístas del PCR y los descolocados trotskistas del MST, que hicieran seguidismo de Pino Solanas durante varios años y que hoy intentan insertarse en cualquier espacio que les permita mantener sus posiciones legislativas. Luis Zamora se presenta en soledad en el partido Autonomía y Libertad, de triste recuerdo ya que en el 2000 hizo una excelente elección logrando diez legisladores en Capital, pero que al poco tiempo se disgregaron en ocho bloques diferentes, dando cuenta de la endeblez política que acarrea ese grupo de militancia que se cuenta con los dedos de cuatro manos.
A la izquierda de la izquierda de aquella mentada pared, el Frente de Izquierda anunció que había llegado a un acuerdo entre los partidos que lo integran. Se sabe que no fue fácil y que incluso alguno de los grupos trotskistas que integran el FIT planteó que se dirimieran las listas en las internas de las PASO, una locura que de haberse realizado hubiera equiparado a esa fuerza con el método de los neoaliancistas o los derechistas que no pueden resolver una lista sino a través de elecciones internas. Como dijera la politóloga María Esperanza Casullo en esta misma sección (en su nota “Por qué el Frente de Izquierda hará una excelente elección“), uno de los factores que impulsa una excelente elección del Frente de Izquierda es que no tiene pujas internas tan evidentes como el del resto de los frentes y partidos. Las diferencias existen, claro está (si no fuera así, los trotskistas hubieran desarrollado un solo partido), sin embargo, la posibilidad de plantear una salida estratégica -es decir, la construcción de una alternativa anticapitalista en medio de la crisis capitalista internacional, de la que no sale indemne nuestro país- logró que se allanaran esas diferencias y se acordaran candidaturas. En capital, Jorge Altamira será el primer candidato a diputado en tanto Néstor Pitrola hará lo suyo en la provincia de Buenos Aires.
El FIT se presentará en 19 distritos y acordó presentar candidatos al Consejo de la Magistratura, pero la resolución de la jueza María Romilda Servini de Cubría suspendiéndolas -lo cual implica un duro golpe al kirchnerismo- pondrá en duda tal decisión. Lo cierto es que la izquierda está en condiciones de comenzar ya su campaña legislativa hacia octubre, como el kirchnerismo y a diferencia de los demás espacios que en agosto resolverán sus propias disputas. Los intentos de rejunte sin principios del centroizquierda dan cuenta de su crisis. De la habilidad de la izquierda para aprovechar la situación de sus adversarios de todo tipo y para erigirse como una alternativa con sustento dependerá que ingresen diputados de ese espacio al congreso y puedan intervenir de manera potenciada en la crisis política que recorre la Argentina.