Por: Eliana Scialabba
El gobierno está dispuesto a llegar a diciembre con un tipo de cambio muy atrasado. Desde la asunción de Alejandro Vanoli al mando del BCRA, el mercado cambiario parece haber entrado en una virtual calma.
Los “swap” con China, los controles por parte de la autoridad monetaria a empresas y particulares y la autorización de mayores montos por parte de la AFIP para la adquisición de “dólar ahorro” han permitido reducir la brecha con el mercado paralelo, como así también con el contado con liqui y el MEP, a tal punto que a comienzos de abril, el “dólar blue” cotiza casi igual que el “dólar tarjeta”.
La apertura parcial del cepo ha llevado a que durante la primera jornada del mes, la cotización del mercado paralelo se ubique en $12,55, mientras que el dólar con el 35% de recargo que aplica la AFIP para las operaciones de turismo cerró la jornada en $11,99 (más comisiones).
En un escenario de estas características, de mantenerse la tendencia a la alza (marginal) del dólar oficial, y la caída de la cotización paralela, pagar con tarjeta seguirá siendo un negocio para aquellos contribuyentes que puedan deducir la alícuota del 35% en sus liquidaciones de Ganancias o Bienes Personales, pero no para los que se encuentren exentos.
La estrategia oficial para mantener el tipo de cambio informal a raya ha sido, tal como se mencionó previamente, incrementar mes a mes la venta de “dólar ahorro”, aun a costa de sacrificar reservas internacionales. En este escenario, con un poco de contabilidad creativa (sumando yuanes de los “swap” al stock de reservas con el objetivo de actuar sobre las expectativas) y con los dólares que comenzarán a ingresar por el canal comercial cuando empiece la temporada de liquidación de soja, la autoridad monetaria tendrá margen de maniobra para mantener esta estrategia por unos meses.
Cabe destacar que la creciente demanda de dólares por la “ventana oficial” se explica principalmente por el desajuste de los precios relativos de la economía: los ahorristas perciben la moneda estadounidense “barata” respecto a otros bienes, ya que el valor del dólar se ha incrementado muy por debajo de los precios del resto de los bienes. Asimismo, debe también considerarse la incertidumbre propia de los años electorales.
Por otra parte, a más de un año de la apertura parcial del cepo, los agentes se han ido familiarizando con el trámite para la adquisición de divisas (que también se puede realizar por Internet), mientras que también las paritarias han permitido a los trabajadores con capacidad de ahorro incrementar el poder de compra del dólar debido a que los aumentos salariales han sido superiores a la corrección cambiaria.
En este contexto, si bien la caída del valor del dólar informal se explica en parte por la caída de la demanda (canalizada en el mercado oficial), también las expectativas del mercado están jugando fuerte: en el corto plazo se estima que el Gobierno mantendrá el tipo de cambio hasta las elecciones, mientras que en el mediano plazo se espera que el cambio de Gobierno revierta la tendencia de salida de capitales, lo que quitaría presión sobre el stock de reservas internacionales, y por lo tanto, sobre la cotización del dólar.
Lo mencionado hace pensar que la cotización de la divisa estadounidense se ubicará en torno al valor actual del paralelo cuando se unifique el mercado cambiario, lo que desincentiva la adquisición de la misma en el canal informal. No obstante, este “virtual” equilibrio estable es muy delicado, y debido a que el dólar se ha convertido en la “obsesión” de los agentes económicos, el mismo puede estallar en cualquier momento ante el mínimo cambio en las reglas del juego.